MANAGUA, NICARAGUA
Nicaragua conmemoró este jueves el 39 aniversario de la Revolución Sandinista, que encabezó el actual presidente Daniel Ortega, mientras su gobierno proclama un triunfo sobre los manifestantes que desde hace tres meses demandan la salida del poder del mandatario.
El gobierno de Ortega tomó control esta semana de la ciudad rebelde de Masaya, el último feudo controlado por sus opositores, tras un violento enfrentamiento de seis horas que dejó al menos dos muertos, según un organismo de derechos humanos. En un hecho que dio ánimos al oficialismo pero que no deja de empañar la fiesta de este jueves.
“Proclamamos nuestra victoria, nuestro avance sobre esas fuerzas tenebrosas, diabólicas, que durante tres meses azotaron y secuestraron la paz, pero no pudieron”, dijo la vicepresidenta Rosario Murillo.
La celebración del 19 de julio suele ser una fiesta multitudinaria en Nicaragua, con invitados y líderes de la izquierda mundial, pero esta vez Murillo –también esposa de Ortega– se limitó a anunciar actos en cada municipio.
Aún así, miles de simpatizantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) acudieron a la Plaza de la Fe, en Managua, para celebrar el aniversario de la revolución popular que derrocó al dictador Anastasio Somoza Debayle.
Portando banderas rojinegras, y en menor cantidad el pabellón azul y blanco de Nicaragua, una multitud acudió a celebrar, pero sobre todo, para apoyar al presidente Daniel Ortega, quien vive su peor momento en 11 años de mandato, debido a que organizaciones humanitarias y Gobiernos lo consideran responsable de la crisis que ha dejado más de 351 muertos. “Estamos para apoyar al Ortega y a la compañera Rosario Murillo”, dijo una simpatizante de Ortega.
Grupos afines al Gobierno llegaron a la plaza organizados en bloques y gritando la consigna “¡Daniel se queda!”, que los opositores recordaron al “¡No te vas, te quedás!” de los somocistas antes de la caída del dictador, el 19 de julio de 1979. Otros seguidores de Ortega portaron camisetas con la frase “Orgullosamente sapo”, que en Nicaragua equivale a presumir de ser un servil.