20 jun. 2025

Resultados de los programas de niñez siguen invisibles

Son las 19.30, la noche está fría y entre la gente de la parada de ómnibus de Oliva y 15 de Agosto se nota una diminuta figura de una niña con una edad indefinida. “Amiga, comprame mi caramelo para irme ya a mi casa. Mil nomás es”, manifiesta mecánicamente quien va con unas zapatillas y una remera manga corta.
Se llama Natalia, tiene 7 años y no va a la escuela. Vive “en el bajo”. “Qué comí?...un pancho con muuuucha mayonesa”, confiesa. Cuando junta 10.000 guaraníes puede comprarse algo para comer. Antes no. No quiere hablar de su casa y la venta de caramelos la toma como un juego pese al riesgo que corre, ajena a su inocencia.
La pequeña contó que no puede volver a su casa sin antes llevar la recaudación de la venta de 30 caramelos; y a esta hora del día le quedan cuatro en la cajita.
La problemática de la niñez y la adolescencia en situación de calle ya fue ampliamente debatida, sin embargo, es vista como un síntoma de la realidad compleja que se maneja entre programas sociales y otras iniciativas y los efectos que no llegan.
Para Johanna Walder, directora adjunta de Global Infancia, solo con políticas del Estado “sostenidas y serias” se podrán generar trasformaciones de fondo para la niñez.
Las iniciativas que existen son interesantes pero deben ser fortalecidas y deben tener continuidad, indica.
“El efecto no será inmediato sin resolver situaciones como la falta de empleo que afecta directamente”, puntualizó Walde.
Desde el 2005 funciona el Programa Abrazo, dependiente de la Secretaría de Acción Social (SAS), con 13 centros abiertos en los que participan 1.390 niños de 691 familias. El programa implica créditos para la generación de recursos para la familia, refuerzo escolar, seguimiento de salud, entre otros. La Dibén lleva adelante un programa similar siendo la condición –en ambos– que los niños ya no estén en las calles y estudien.
Para Liz Torres, de Callescuela, la niñez debe ser atendida por políticas públicas de un Estado que –actualmente– responde a una estructura de pobreza. “No es solo que los padres utilizan a los hijos, es una estrategia de sobrevivencia”, explicó. Sin embargo, Torres asegura que los resultados positivos no se perciben ya que cada vez hay más niños que salen a las calles con la agudización de la pobreza.
“Nos encontramos con nuevos pobres, con el decrecimiento económico, no solo hay una profundización de la pobreza, cada vez son más los niños que salen a la calles.
Mientras no existan ni salud ni educación gratuita la calle seguirá siendo un medio para sobrevivir, una herramienta para seguir, estrategia que implica un riesgo, advirtió Torres.

Los resultados

Rosa Otazú, de la Secretaría de la Niñez y la Adolescencia (SNNA), aseguró que con los dos programas hay 3.000 niños menos en las calles y que a través de un programa que llevan adelante en la institución, en enero pasado fueron registrados 290 niños en situación de calle en Asunción y parte del área metropolitana.
“En todos los casos se debe trabajar con las familias porque el niño es lo que se ve, pero el problema es la familia completa. Ese niño que está en la calle es porque no tiene la oportunidad. Siempre se ve al niño pero detrás hay una madre que está sufriendo las carencias y el niño es la consecuencia”, puntualizó.