Por Elías Piris | epiris@uhora.com.py | Twitter: @eliaspiris
Fue una noche en la que asombraron muchas cosas, pero lo primero que llamó nuestra atención fue la fila de personas esperando ingresar a la “Sala Sila” del teatro Nhi Mu, ubicado en la esquina de las calles Brasil y 25 de Mayo.
Lo citado refleja el buen momento por el que está pasando el teatro paraguayo, que está despertando de un profundo sueño, descanso que sirvió acaso para la germinación de una nueva generación de actores que está dando que hablar.
Las puertas se abrieron y el público de a poco fue acomodándose en sus asientos. ¿Qué traía en sus manos la fresca noche primaveral?
“Por respeto a los artistas y a ustedes mismos, rogamos poner en silencio los teléfonos celulares antes de que empiece la obra. Ahora, prepárense para ver una versión algo diferente de La casa de Bernarda Alba”, nos anunciaba una sonriente dama. ¿Qué era lo diferente que íbamos a ver?
Una mujer vestida de negro encendía un par de velas y una luz tenue se apoderaba del escenario. Un mucamo barría y cepillaba el suelo mientras cantaba.
Un momentito... En la obra original este papel es interpretado por una mujer. ¡Ah ya! Esa era la “leve diferencia anunciada": Bernarda Alba, las mucamas, la abuela María Josefa y sus hijas: Martirio, Angustias, Adela, Magdalena y Amelia eran interpretados por actores del género masculino.
Pero esto no es algo novedoso, ya en la antigua Grecia el propio Aristófanes había utilizado en sus obras hombres para interpretar papeles femeninos, ya que estas no tenían el derecho de actuar.
Tampoco es la primera vez que hay voces graves en La Casa de Bernarda Alba: en Madrid, en el año 1976, el personaje de Bernarda Alba fue interpretado por el actor Ismael Merlo, quien fue entrevistado por el diario español El País en aquella ocasión, que marcó un hito trasgresor en el teatro, tanto que a Merlo le valió el mote de “Bernardo Alba”.
No por eso deja de ser una de las propuestas más originales vistas en el teatro paraguayo: imagínese a varones interpretando a mujeres solteronas guardando duelo sin necesidad de vestirse como tales. Así como se lee: hombres tejiendo, cosiendo, planchando y hasta cuchicheando sobre los pretendientes de turno.
No hace falta ahondar en el contenido de la conocidísima obra de García Lorca. Lo destacable es la bien lograda actuación, especialmente la de Adela, interpretada por el actor Manuel Portillo, conocido por su papel de policía en la taquillera película paraguaya 7 Cajas, una grata revelación, al tratarse de un artista joven que sabe sacarle el jugo a su talento.
El sentimiento puesto en escena, hace que los tres actos transcurran en un parpadeo. Podríamos afirmar con seguridad que estos actores “mojaron la camiseta”.
Si usted todavía no vio la obra, anímese, hágase de tiempo y vaya al teatro Nhi Mu. Este domingo es la última función. El precio de las entradas es de G. 50.000.
Ficha Técnica: Asistencia de Dirección de Ruth Ferreira, Asistencia de Ensayo por Vivi Amaral, el asesoramiento literario de Luz Zaldívar, el Montaje escénico es de Selva Fox, la Asistencia Montaje Escénico de Paula Bozzano, las Luces por José Gentile, el Vestuario de Karina Sanabria, el Maquillaje por Carola Fernández Isasi, la Prensa y Difusión por Nata Alvarenga, la Producción Ejecutiva es de Selva Fox y Roberto Cardozo, la Fotografía y realización audiovisual hecha por Javier Valdez, el Diseño Gráfico es de Carlos Fernández.
La Dirección General está a cargo de Roberto Cardozo.
Actúan: Silvio Rodas, José Gentile, Nelson Viveros, Fabio Chamorro, Ever Enciso, Arturo Arellano, Esteban Martínez, Manuel Portillo, Hugo Robles, Bailaora: Mara Acosta.
