En medio de una densa niebla, los socorristas buscan por quinto día cuerpos y eventuales sobrevivientes entre los escombros y el lodo. Un fotógrafo de la AFP constató el traslado de dos cadáveres embolsados en Alto da Serra, un barrio muy afectado por la catástrofe, mientras los familiares sollozaban en la calle.
En el corazón de la zona del desastre, los rescatistas ocasionalmente hacen sonar sus silbatos para pedir silencio y escuchar señales de vida.
Pero las autoridades advierten que hay pocas esperanzas de encontrar sobrevivientes de las torrenciales lluvias ocurridas el martes, que convirtieron en caudalosos ríos las calles de esta pintoresca ciudad en las montañas del estado de Río de Janeiro. Las lluvias provocaron deslizamientos de tierra en los barrios pobres de las laderas, que arrasaron con prácticamente todo a su paso. Las autoridades dieron cuenta del rescate de 24 personas con vida, pero ello fue principalmente en las primeras horas después de la tragedia.
La policía del estado de Río de Janeiro dijo que hasta el viernes había 218 personas desaparecidas.
En tanto, se identificaron 91 de los 138 cuerpos recuperados hasta el momento.
Muchos de los desaparecidos pueden estar entre los cuerpos aun no identificados. Pero los números fueron confusos y es difícil saber qué tan alto podría ser el número de muertos. Entre los fallecidos figuran 26 menores, indicó la policía.
Las fuertes lluvias dejaron al menos 188 muertos, principalmente en el estado de Sao Paulo (sureste) y en el estado de Bahía (noreste), así como en Petrópolis.
“Como hormigas”. El regreso a la normalidad estaba siendo lento en Petrópolis, una ciudad turística que fue la capital de verano del imperio brasileño en el siglo XVIII.
Empleados se afanaban en limpiar las tiendas en el centro de la ciudad, donde había pocos negocios abiertos aparte de los esenciales, como supermercados y farmacias.
Los funcionarios de la ciudad colocaron un nuevo centro de recolección de donaciones en una carretera en las afueras de la ciudad en un intento por disminuir el caos de tráfico creado por enjambres de ambulancias, maquinaria pesada y camiones cargados con alimentos, agua y ropa donados. “Hubo una corriente de solidaridad muy fuerte, por lo que estamos inmensamente agradecidos”, dijo la secretaria de asistencia social de la ciudad, Karol Cerqueira.
En el Alto da Serra, brigadas de rescatistas con trajes naranja fluorescente compartían los lentos avances en las excavaciones con exhaustos vecinos que buscaban a sus seres queridos desaparecidos.
Las autoridades alertaron de que la montaña de lodo y escombros es inestable, por lo que la búsqueda se realiza con herramientas manuales y motosierras en los lugares de más difícil acceso. De acuerdo con el coordinador del grupo especial de rescate del departamento de bomberos local, Roberto Amaral, sería demasiado arriesgado traer las excavadoras que se utilizan cerca del pie de la ladera.