Para Guillermo Villa, miembro de la Junta Directiva de Instituto Nacional de Carnes de Uruguay, es una utopía pensar que se pueden lograr cambios de la noche a la mañana con la creación de un instituto de la carne.
“Por más que ustedes tengan un instituto nacional de Carnes como acá, no piensen que se van a solucionar los problemas con la industria, el tema de fijación de precios o que es un negocio de márgenes muy chicos”, explicó a los ganaderos que participaron del Congreso CEA 2020.
Sin embargo, recomendó que el sector productivo avance lentamente con puntos consensuados con la industria y con un aporte de ambos de USD 5 por cabeza faenada, lo que representaría una recaudación de USD 10 millones, teniendo en cuenta el sacrificio de 2 millones de bovinos al año.
Estos ingresos permitirán invertir en los trabajos de márketing, de control de calidad, en conocimiento y recolección de información útil para los actores de la cadena de la carne en la toma de decisiones.
En el caso de Uruguay, el ingreso promedio del instituto asciende a USD 20 millones, de los cuales más del 40% se invierten en la promoción de sus productos cárnicos como país. Si bien el aporte es completamente privado, el órgano está conformado también por representantes del Poder Ejecutivo, que ocupan los cargos de presidente y vicepresidente en la institución.
En Paraguay son los ganaderos los principales interesados en crear un espacio que les permita participar en las negociaciones de comercialización de la carne a nivel internacional, lo que consideran que puede transparentar los precios que pagan los frigoríficos por la materia prima. La principal duda hasta el momento es la figura estatal en el instituto.
Esto se debe a que el sector productivo e industrial teme que el Estado interfiera en las decisiones comerciales.