Al titular de Salud se le reclamó una mano más firme contra las irregularidades durante la pandemia.
También hubo un fuerte reclamo a la fiscala general del Estado, Sandra Quiñónez, por la falta de actuación en torno a las innumerables denuncias.
El único que intentó una tibia defensa al Ejecutivo fue el abdista Silvio Ovelar, que terminó siendo vapuleado.
Desirée Masi reclamó indicadores a Mazzoleni, y equipamientos para los médicos.
Jorge Querey espera que se dinamicen los créditos para las pequeñas y medianas empresas, y trató de hipócritas a Marito y su entorno.
Esperanza Martínez sostuvo que el Covid-19 es un gran negocio para los sectores que siempre han lucrado históricamente, y de manera descarada con la impunidad del Ministerio Público.
Hasta Zulma Gómez se indignó, diciendo que no se podía llamar héroes a los médicos siendo que no tienen ni siquiera protección. “Dentro de unos días van a querer renunciar. Una cosa es la vocación y otra cosa es ser suicida”, sentenció. Dijo estar molesta con la gente que hace negocios con la pandemia. “No es solamente negocio, sino crimen de lesa humanidad”, opinó.
Sixto Pereira alegó que se le dio un cheque en blanco al Ejecutivo, y que las bicamerales de Control y de Reforma del Estado son un circo.
Masi insistió en que Mazzoleni tiene que denunciar irregularidades ante la Fiscalía, y exigir a Sandra Quiñónez que actúe ante los hechos.
Eusebio Ramón Ayala señaló que las decisiones que se toman afectan a una mayoría y benefician a una minoría.
Beto Ovelar pidió no alarmar y que no se critique por criticar. “¿Cuántas veces hay que cantar felicidades?”, le retrucó Desirée.