14 jun. 2025

“Nunca quise salir de mi país, pero no me dan alternativas”

Juan de la Cruz Brandell es uno de los miles de obreros paraguayos que trabajan en la construcción, en Buenos Aires. “Aquí nos sacrificamos, pero al menos tenemos derechos y dignidad”, destaca.

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ANDRÉS COLMÁN
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RENÉ GONZÁLEZ
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La enorme viga de acero pesa más de 100 kilos. Juan de la Cruz la agarra con fuerza, con sus manos protegidas por gruesos guantes, y le hace una seña a sus dos compañeros: un boliviano y otro paraguayo. Coordinadamente, los tres obreros la levantan y la cargan hacia el interior del edificio en construcción, tratando de que no se les caiga y les aplaste los pies. En sus rostros se nota la tensión que les ocasiona el tremendo esfuerzo.
“Este es un trabajo muy pesado, pero es un trabajo seguro y se paga mejor que en el Paraguay”, dice Juan de la Cruz Brandell Pacheco, 30 años de edad, oriundo de O’Leary, Alto Paraná. Hace siete años que abandonó su valle, por primera vez, en busca de un futuro laboral en la Argentina, pero hace un año y dos meses que vino para quedarse.
“Yo nunca quise salir de mi país, pero en el Paraguay no me dan alternativas. Vengo de una familia de campesinos agricultores, en una tierra que ya no rinde para nada. Allá trabajás en la chacra y, con suerte, te pagan 20 mil guaraníes por día. Comprás un kilo de carne por 15 mil, un litro de aceite por 8 mil, y ya no te queda nada. Si te enfermás, te podés morir, nadie te atiende”, señala, tratando de explicar las razones por las que tuvo que migrar.
Juan trabaja como carpintero y cementista en la construcción de un edificio de departamentos, en Villa Crespo. Sus jefes lo nombraron encargado general de la obra y le permiten quedarse a vivir y dormir en el mismo sitio. “No pago pensión y puedo ahorrar el dinero que gano. Me gané la confianza de los patrones, porque soy responsable y cumplidor”, destaca. Confían tanto en él, que le piden que se encargue personalmente de seleccionar y contratar a los demás obreros paraguayos para la obra.

EL PARAGUAY, ¡UN DESASTRE! Juan gana 70 pesos por día, libres, cerca de 130 mil guaraníes. “Aquí yo compro un kilo del mejor puchero por 3,5 pesos, un litro de buen aceite por 3 pesos, y ya como dos o tres días. Gasté solo 8 pesos y todavía me sobran 62, casi 120 mil guaraníes. Eso ahorro. Los fines de semana me voy a la villa, a bailar, a tomar algo con los amigos paraguayos, pero me controlo, nunca gasto más de 20 ó 30 pesos”, relata.
Tiene una novia, paraguaya, a la que conoció en Argentina. Otros cinco hermanos suyos, cuatro varones y una mujer, también viven en el Gran Buenos Aires, en San Miguel. “A veces me dan ganas de volver al Paraguay, pero ¿para qué? Allá no hay nada que hacer, los políticos son unos sinvergüenzas, solo saben robar. Más bien les quiero traer a mis padres a la Argentina, comprarme una casita y establecernos todos acá. ¡El Paraguay es un desastre!”, afirma.
En la obra, la mayoría de los obreros son paraguayos, pero hay también peruanos, bolivianos y algunos argentinos del interior, provincianos. “Nos entendemos muy bien, somos muy buenos amigos, nos ayudamos entre todos. Pero la mano de obra que más se valora es la del paraguayo, por ser sacrificado y honesto. ¡Y después los políticos de nuestro país dicen que somos haraganes, que no queremos trabajar! ¿Cómo vamos a trabajar allá, si no nos dan empleo?”, reflexiona.

Todo legal
Juan de la Cruz Brandell Pacheco (foto) muestra que tiene todos sus documentos argentinos en regla para trabajar: carnet de residencia temporaria, tarjetas de seguro médico y de beneficios sociales.
“Aquí hay mucho control y no podés andar indocumentado. En la obra a cada rato llegan inspectores a ver que tengamos cascos, guantes, uniformes, y controlan que todo esté al día. Además, con eso tenés derecho a recibir buena atención médica, tenés jubilación, tenés todo. La otra vez me quemé con agua caliente y vino la ambulancia a llevarme, me cubrieron todo. ¿En Paraguay? ¡Ja...! Te podés morir, tranquilamente, esperando en la cola del IPS”, ironiza.