15 feb. 2025

“En nochebuena brindamos por el Paraguay”

Los cantantes Alma María y Johnny Torales, integrantes del grupo Los Tres Sudamericanos, pasaron en Madrid una Nochebuena al estilo paraguayo. Cantaron villancicos junto al pesebre con amigos y familiares.

Por Efraín Martínez Cuevas
ESPECIAL
En las afueras de Madrid, en Aravaca, un exclusivo barrio donde algunos vecinos son nada menos que el presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, y la familia real, residen desde hace más de 30 años sobre la calle Antonio Sanfiz, los cantantes paraguayos Alma María Vaesken y su esposo Johnny Torales.
La vivienda, de dos plantas, amplios corredores, jardines y pileta, se encuentra totalmente adornada por Navidad. Junto a los finos muebles, cuadros y cristales de la sala, las fotos de las hijas, Alma y Graciela; del padre de Alma María, Arsenio Augusto Vaesken, un piloto militar paraguayo entrenado en Toulouse, Francia; las del famoso trío, los premios, las guampas y las bombillas paraguayas y otros delicados objetos, componen los recuerdos más celosamente guardados por los dueños de casa.
Frente a la ventana principal de la sala, junto a una amplia y elegante mesa, está el árbol de Navidad completamente adornado. Mientras Alma María va a la cocina en busca de emparedados, gaseosa y un vino tinto de La Rioja, su marido comenta cómo pasaron la fiesta de Navidad en la casa.
“Anoche vino toda la familia. El arbolito estuvo lleno de regalos para las hijas, para los yernos, para los amigos, para los nietos. Bueno, la casa se llenó de Navidad. Ahora pensamos ya en el Año Nuevo, porque pasaremos en la casa de la suegra”, comenta Johnny.
–¿Cómo fue la Nochebuena en la casa de ustedes? ¿Alma preparó los platos?
–No, cada uno trajo algo que compartir (amigos y familiares). Hay mucha comida, y de sobra; pescado, carne roja, langostinos, de todo. Bebimos vino; otros, whisky, champaña, gaseosa, entre otras bebidas.
–¿Y cantaron villancicos como los que tienen en el disco?
–Sí, claro; cantamos todos. Lo que normalmente entonamos y lo que nuestros nietos también cantan es “Din, din, don”. Bueno, anoche a todo trapo. A la medianoche, Alma hizo de maestra de ceremonia (ríe) y distribuyó los regalos.
–Como en Paraguay, ¿salieron después de las 12 a saludar a los vecinos?
–No. Esa es una de las costumbres que extrañamos. Recuerdo que, cuando niño, salíamos con mis amigos a recorrer las casas; casas que no conocíamos, pero que estaban con los portones abiertos para que se puedan ver los pesebres. Cuando eso bebíamos el clericó porque no podíamos despreciarlo.
–¿Ayer prepararon el clericó?
–No, pero algo parecido que aquí se consume normalmente: la sangría. Como hace frío, se prefiere un vino tinto, blanco o rosado, dependiendo de la carne a servir; y, claro, para brindar, champaña. Y nuestro disco tiene que estar sonando porque nuestros nietos se saben todos los temas de Navidad que hemos grabado.
–¿Qué quieren decir al público paraguayo que tantos los sigue, ahora por Navidad?
Alma: –Les deseamos feliz Navidad, les agradecemos por escuchar nuestros villancicos. Anoche brindamos por nuestro país.
Johnny: –Y que todavía tenemos lindas sorpresas artísticas para brindarles; ¡ah!, y que extrañé las bombas y bombitas.
La fría Navidad europea, en medio de la blanca nieve que acaricia la vista desde la ventana, es tremendamente atractiva, pero hace que los recuerdos lleguen con más fuerza.
Allá no hay bombas, ni pesebres con ka’avove’i, ni se aspira el aroma de la flor de coco. Nadie saluda ni va a la casa del vecino a desearle felicidades, en medio del sonido de las bombas. Eso es lo que extraña esta familia de compatriotas allá a lo lejos, al igual que miles de personas que pasaron la noche sin sus familiares, sin el calor tropical de nuestro querido Paraguay.

Treinta años de éxito y amor
Alma María y Johnny viven desde hace más de tres décadas en España. Viajaron con el grupo Los Tres Sudamericanos, y la suerte los bendijo. En Paraguay se los considera grandes artistas y sus canciones todavía siguen sonando, más en esta época del año, porque en sus voces se popularizaron canciones a la Virgen de Caacupé y numerosos villancicos.
Anoche, como hace años, junto al árbol y el pesebre adornados bellamente, recordaron las Navidades paraguayas, las travesuras realizadas durante la niñez, y hasta cómo se conocieron y se enamoraron.
“Nosotros teníamos nuestra casa frente a la iglesia San Miguel. Yo era amiga de Casto Darío Martínez, éramos niños. Johnny ya era un cantante conocido; lo conocían como ‘La Voz de Oro de Asunción’. Cantaba en Radio Paraguay acompañado del piano de Óscar Faella. Era muy escuchado. Un día Johnny fue invitado a casa y nos escuchó cantar; para el siguiente encuentro, trajo su grabadora y nos grabó. Le gustó. Por ahí nos iniciamos”, recuerda Alma María.
Alma gustaba cantar boleros, idolatraba a Virginia López, una cantante de ese estilo de Puerto Rico. “Me encantaba cantar ‘Reloj’”, rememora la artista. Lo hacía con el acompañamiento del piano de su abuela, que era una reliquia.
Johnny quedó encantado con su voz natural, una voz preciosa y auténtica, “muy femenina”. La grabó mientras cantaba y luego las visitas fueron más a menudo, hasta que se enamoraron y comenzaron a proyectar una vida juntos, que hasta hoy enciende la llama del amor.
La pareja cosechó éxitos inesperados y se ganó al público europeo, algo difícil para cualquier artista. Siguen conformando el trío que en principio lo completaba Casto Darío; esta vez con un argentino, pero que ya tiene costumbres paraguayas por cantar con ellos.