Son los que no tuvieron suerte o no estaban preparados para superar el obstáculo de convencer a los fiscales, convertidos en funcionarios aduaneros, de que les dejen aportar sus esfuerzos en un país extraño para poder tener un mejor porvenir, algo que en su tierra no encuentran.
Son los deportados que pudieron llegar a Sâo Paulo y que se mezclan con quienes también quieren volver al Paraguay luego de un año exitoso en Estados Unidos o en España.
La convergencia de compatriotas en la ciudad brasileña ha desbordado la oferta de vuelos a nuestro país y ha generado situaciones dramáticas, porque muchos de los que fueron rechazados en Europa a veces ni siquiera tienen para comer y entonces deben recurrir al consulado paraguayo en busca de ayuda
Hernando Arteta, cónsul general de Paraguay en Sâo Paulo, admite que este es un problema que se repite periódicamente en esa ciudad brasileña; asegura que de 10 paraguayos varados que tenían por mes, hoy ha subido a 30.
“Este problema viene de hace mucho tiempo y el inconveniente principal siempre fueron las conexiones; en este caso las empresas aéreas no tienen la capacidad de llevar a todos estos pasajeros que están llegando de Europa”, se lamenta.
Arteta sostiene que quienes viajan a España, por lo general vía Londres, son rechazados porque no pueden probar que constituyen mano de obra calificada en algún oficio o profesión.
Para el funcionario diplomático la solución pasa por que las agencias que se encargan de llevar a los compatriotas se cercioren de que están capacitados para desempeñar alguna ocupación.
El cónsul revela que en su desesperación los compatriotas terminan acudiendo al consulado para pedir algo que comer o que les consiga algún medio para llegar al país.
“A veces tenemos que enviarles vía terrestre, por ómnibus.
Les conseguimos hasta Foz de Yguazú o Ciudad del Este y de ahí ya se pueden manejar”, agrega.
El cuento del artesano
A 29 compatriotas les dieron virtualmente con la frontera en las narices en España, adonde habían viajado supuestamente para exponer sus trabajos artesanales; pero las autoridades hispanas no les creyeron y fueron enviados de vuelta vía Londres, con escala en San Pablo.
En esa ciudad brasileña, una decena de ellos consiguió asientos en el vuelo inaugural del Airbus 320 de TAM Mercosur, gracias a las gestiones del cónsul Hernando Arteta, pero el resto sigue varado en la capital británica.
Cuando los periodistas paraguayos que estábamos esperando el vuelo de TAM nos percatamos de su presencia, les pedimos que nos contaran su experiencia, pero cuando les dijimos que sus palabras serían grabadas, el gestor que los había llevado dijo que no hablarían, porque preferían “arreglar con la aerolínea” que los había llevado (Iberia).
El cuento del artesano para ingresar ilegalmente a España no es novedoso, a juzgar por lo publicado por La Razón de ese país que consigna en su edición virtual de ayer que 50 paraguayos quisieron entrar fingiendo dedicarse a esa actividad.