08 feb. 2025

Quién es Jesús

Hoy meditamos el Evangelio según San Mateo 1, 18-24.

El Niño que nacerá en Belén es el Hijo de Dios, Unigénito, consustancial al Padre, eterno, con su propia naturaleza divina y la naturaleza humana asumida en el seno virginal de María. Cuando en esta Navidad le miremos y le veamos inerme en los brazos de su Madre no olvidemos que es Dios hecho hombre por amor a nosotros, a cada uno de nosotros.

En el evangelio de la misa de la vigilia de Navidad leeremos la genealogía humana de Jesús. El Espíritu Santo ha querido mostrarnos cómo el Mesías se ha entroncado en una familia y en un pueblo, y a través de él en toda la humanidad. María le dio a Jesús, en su seno, su propia sangre: Sangre de Adán, de Farés, de Salomón...

El Verbo de Dios se hizo carne y habitó entre nosotros; se hizo hombre, pero no por eso dejó de ser Dios. Jesucristo es perfecto hombre y Dios perfecto.

El papa Francisco a propósito del evangelio de hoy dijo: “También san José tuvo la tentación de dejar a María, cuando descubrió que estaba embarazada; pero intervino el ángel del Señor que le reveló el diseño de Dios y su misión de padre putativo; y José, hombre justo, “tomó consigo a su esposa” y se convirtió en el padre de la familia de Nazaret.

Toda familia necesita al padre. Hoy nos detenemos sobre el valor de este rol, y quisiera iniciar por algunas expresiones que se encuentran en el libro de los Proverbios, palabras que un padre dirige al propio hijo y dice así: “Hijo mío, si tu corazón es sabio, también se alegrará mi corazón: Mis entrañas se regocijarán, cuando tus labios hablen con rectitud”. No se podría expresar mejor el orgullo y la conmoción de un padre que reconoce haber transmitido al hijo lo que cuenta de verdad en la vida, o sea, un corazón sabio.

Este padre no dice: “Estoy orgulloso de ti porque eres igual a mí, porque repites las cosas que digo y que hago”. No, no dice eso. Le dice algo más importante, que podríamos interpretar así: “Estaré feliz cada vez que te vea actuar son sabiduría, y estaré conmovido cada vez que te escuche hablar con rectitud….”.

(Frases extractadas del libro Hablar con Dios de Francisco Fernández Carvajal y https://es.catholic.net/op)