El autoritarismo, sea de izquierda o de derecha, tiene mil formas de manifestarse. Todas ellas contradicen esencialmente los valores que propugna el estilo democrático y pluralista de concepción de la sociedad. Con los autoritarios, por ejemplo, no se puede debatir ni dialogar.
Lo sucedido el fin de semana en la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado es un botón de muestra de cómo la prepotencia y el autoritarismo no conciben el derecho ajeno ni admiten el respeto a los demás.
El "¿por qué no te callas?” que espetó el rey Juan Carlos de Borbón al presidente venezolano Chávez es apenas una frase, una petición, pero guarda significados muy aleccionadores en el contexto político de la región.
EL RECLAMO DEL REY
"¿Por qué no te callas?” fue llamar a un jefe de Estado a que sea tal, y no ande provocando escándalos mediáticos para su vanagloria.
"¿Por qué no te callas?” es la reconvención desde una mesa de diálogo a quien no comprende sino el monólogo de sus propios delirios políticos.
"¿Por qué no te callas?” es la invitación firme y contundente a respetar el derecho de los demás, aunque haya diferencias ideológicas o políticas de por medio.
"¿Por qué no te callas?” es sinónimo de hartazgo frente a quien si bien reivindica legítimamente que fue víctima de un golpe de Estado, pretende olvidar su pasado golpista y no tiene empacho en asumir en el presente medidas antidemocráticas a caballo de sus victorias electorales.
"¿Por qué no te callas?” es apenas una enérgica petición a quien no tuvo escrúpulos para acallar la libertad de expresión cerrando un canal de televisión bajo excusas reglamentarias que nos recuerdan a otros dictadores de la región.
"¿Por qué no te callas?” se nutre de la impaciencia de los verdaderos democráticos frente a los pseudos-demócratas que no dudan en prostituir a la democracia para fundar sus regímenes totalitarios.
"¿Por qué no te callas?” es pregunta pero también respuesta. Pregunta, porque al autoritario no se le puede combatir sino en base a la legalidad so pena de contradecir la propia convicción democrática. Respuesta, porque es el indicativo de la actitud firme que hay que tener en todo momento frente a quienes quieren destruir las bases de la democracia con prepotencia.
EL DERECHO DE LOS DEMÁS NO IMPORTA
En un debate que busca la participación y la construcción de una sociedad democrática, no pueden tener cabida el insulto o el trato irrespetuoso. Es típico del autoritario que no reconozca límites a su propio delirio y su propio antojo. Si la constitución de su país o los derechos humanos no son un límite para sus apetencias de poder, menos aún lo serán el sentido de la ubicación social o la cortesía. El autoritario cree que sólo él tiene derechos y nadie más. Ah, perdón, también tienen derechos los que piensan como él. Así funciona la “democracia” de quienes practican el mismo absolutismo de derechas que se regodean en criticar.
La Cumbre Iberoamericana, con el incidente del fin de semana, dejó visualizar las partes más pudendas del “socialismo del siglo XXI” que pregona Chávez utilizando varios de los métodos de las dictaduras latinoamericanas del siglo XX. Y también muestra la pusilanimidad de quienes, desde sus acreditaciones legítimamente democráticas, no se animan a hacer frente al mesiánico petro-socialista.
"¿Por qué no te callas?” requirió el rey. Chávez, increíblemente, se calló. Pero sólo para tomar aire y volver a las bravuconadas después. Las mismas que ya viene practicando en su país y advierte que expandirá en el continente haciendo gala de su intrínseca voluntad neoimperialista y antidemocrática.
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