18 abr. 2024

Estela Ruíz Díaz

Santiago Peña empezó su gobierno hace exactamente dos meses con minas en su camino, colocadas por su propio partido, la ANR, y los embrollos turbios de su padrino político, Horacio Cartes. Se inauguró con tensiones geopolíticas con la Unión Europea y EEUU, por citar los más importantes. Luego, con la Argentina por el tema del peaje ilegal establecido por el vecino país.
Erico Galeano logró la prisión domiciliaria. Paraguay ocupa el cuarto puesto en crimen organizado a nivel mundial. El satanizado convenio con la UE se salva con nuevo glosario. EEUU busca distanciar a Santi Peña de Cartes. Legisladores cartistas intentan expropiar tierras para invasores VIP, entre los que se encuentra el presidente de un partido opositor.
Cinco días después de asumir el cargo, el presidente Santiago Peña convocó a una cumbre de poderes para combatir “frontalmente la corrupción”. Ese domingo 20 de agosto, en su residencia, se habló también de otros flagelos, como el contrabando, el tráfico de drogas y de armas, según comentó él mismo en una conferencia de prensa.
El martes 15, en dos días más, la ANR entregará a la ANR el mando para sumar un nuevo periodo presidencial con sello colorado, como ha sucedido en forma casi ininterrumpida desde 1947.
No hay que olvidar que los 35 años de la dictadura de Alfredo Stroessner y su discurso seudodemocrático fue posible gracias a la complicidad de un sector liberal que acompañó la farsa política sentándose en un Congreso copado por los colorados, que controlaban absolutamente el Poder Legislativo gracias a la fórmula electoral de los dos tercios. O sea, ni siquiera requerían del voto opositor para aprobar sus proyectos, pero sí necesitaban funcionales para maquillar la corrupción y la violación de los derechos humanos. La falsa pluralidad.