Desde décadas atrás, académicos y políticos vienen alertando sobre el empeoramiento de las consecuencias del cambio climático si no se atacan las causas de raíz. Si bien países del Tercer Mundo como Paraguay tienen un peso relativo menor en el problema y en la solución a nivel global, sus acciones locales sí tienen la potencialidad de mejorar o empeorar la vida de los paraguayos.
A esta altura del conocimiento y las investigaciones no hay duda de que la deforestación que sufrió nuestro país es uno de los grandes responsables de las tormentas tan destructivas y del aumento de la temperatura. A pesar de ello, el Estado paraguayo no solo no ha avanzado en medidas para contener y remediar el problema, sino que además ha retrocedido en lo poco que hacía.
Este ha sido un duro año para la producción de alimentos, lo cual tiene impacto directo en las familias productoras, muchas de ellas en situación de pobreza o extrema vulnerabilidad y en las familias que consumen esta producción, es decir, casi toda la población.
La caída de la producción reduce los ingresos en los productores, mientras que el aumento de los precios de los alimentos significa la pérdida de capacidad adquisitiva de los ingresos familiares y el consecuente efecto en el bienestar de los consumidores.
Frente a este problema tan grave, la respuesta del sector público ha sido la ampliación de las importaciones de alimentos en lugar de una efectiva política en la que se generen capacidades internas.
Los registros estadísticos dan cuenta de la caída de la producción de alimentos y la cada vez mayor dependencia externa de productos básicos, que a su vez nos expone a la volatilidad económica de los países vecinos.
Desabastecimiento de alimentos, pobreza rural, aumento de precios, dependencia externa van de la mano generando un círculo vicioso que es necesario romper de una vez por todas con medidas que enfrenten las causas estructurales.
De otra forma estaremos condenados a continuar con un modelo de crecimiento que beneficia a unos pocos, pero que deja atrás a la mayoría. Este modelo es además de corto plazo, ya que a largo plazo también es insostenible.
Ningún país se ha desarrollado siendo dependiente de otros. Paraguay, de hecho, ya depende en exceso del clima, un factor que con o sin cambio climático es inmanejable, más aun si no hay políticas que contrarresten y mitiguen sus efectos.
El sector público no puede continuar impávido ante un problema con tantas aristas y consecuencias para el desarrollo. Paraguay cuenta con políticas ambientales y agropecuarias, así como instituciones con recursos en sus presupuestos, para lograr otros resultados radicalmente distintos a los obtenidos hasta ahora.