Si la salud es algo esencial para la vida y la felicidad humana y las medicinas han caído en manos de empresarios que las consideran su negocio, es necesario que la sociedad en pleno tome medidas para una correcta industria farmacéutica.
Agradezco y edito unas notas de Faustino Villabride Linares, desde Asturias en España, sobre lo que deberíamos de hacer.
Modificar los criterios de la financiación pública y la fijación de precios, para que estos incluyan criterios que tenga en cuenta los costes reales de la investigación y producción.
Garantizar el abastecimiento de los medicamentos eficaces, evitando los que se producen por intereses económicos de las empresas farmacéuticas, para ello es importante contar con una empresa pública farmacéutica que pueda asegurar la fabricación de los medicamentos necesarios.
Fomentar el uso racional del medicamento para lo que se precisa la creación de agencias de evaluación y una muy activa política sobre los prescriptores de formación y evaluación independiente de la industria.
Complementario a lo anterior es el control estricto del márketing y la información realizada por la industria y su financiación de eventos “científicos”.
Desarrollar la investigación pública tanto para orientarla hacia los principales problemas de salud como para desarrollar patentes públicas que permitan escapar de la asfixia económica de las patentes privadas.
Algunas de estas medidas son fáciles de implementar y otras tienen una eficacia más a medio plazo, pero lo que es evidente es que hay que plantarle cara a la industria farmacéutica y anteponer el derecho a la salud a los desproporcionados beneficios empresariales.
Añado que para que estas medidas se realicen han de intervenir al unísono el Estado y la Ciudadanía. Son necesarias las políticas públicas que impidan los abusos con una legislación justa y que provean de los medios económicos necesarios. Y todo esto nunca se hará si no existe una conciencia política-social social que lo exija.