Con tres valijas a cuestas, el rostro abatido y el pasaporte marcado con una cruz más grande que su esperanza, retornó ayer al país Nicanora Campuzano de Alfonso, una de un nuevo grupo de doce paraguayos que llegó este martes tras haber sido rechazados por los guardias del aeropuerto de Madrid.
Con ello suman 72 los paraguayos rechazados en Madrid por Migraciones. El último grupo llegó a Asunción en dos tandas del vuelo de TAM desde Buenos Aires.
El sábado 7, a un día para la Pascua, la ansiedad recorría cada rincón del cuerpo de Nicanora, oriunda de Ciudad del Este, mientras aguardaba junto a sus cuatro hijos y su esposo su “vuelo de la esperanza” con destino a Madrid.
El fin era mejorar su condición económica ya que en ese país europeo ganaría mejor de lo que recibía en su oficio de peluquera. Aparte, sus amigas ya le habían conseguido un trabajo en la capital española donde debía comenzar antes de ayer.
Pasó la puerta que dividía a sus familiares del medio de transporte que la llevaría a sus sueños. Este la trasladó hasta Buenos Aires. Desde allí partió con el avión gigante que arribó en Barajas, el aeropuerto de Madrid.
“Nos bajamos del avión, formamos fila para presentar nuestro pasaporte en ventanilla. Ahí nos agarraron los guardias. Nos preguntaron cuánta plata teníamos. A mí me dijeron: ‘está muy bien tu plata, con eso ya podés estar adentro’. Pero aunque le haya respondido todo lo que me preguntó, no me dejó entrar”, relató Nicanora minutos antes de volver a su ciudad, esta vez sola, con la carga de recomenzar lo que pensó que dejaría de hacer por un largo tiempo.
No pierde ni un segundo para seguir con su relato, saca de la cartera su pasaporte y muestra la cruz que le dibujaron en la hoja del medio. “Mirá cómo te marcan. Estoy rabiada. Les odio por eso. Nos quemaron, nos ensuciaron. Pero no puedo negar que nos trataron bien cuando estuvimos aguardando el vuelo de retorno”, apuntó Campuzano.
Ella no se rinde y asegura que volverá a Europa dentro de muy poco.
El consuelo
Nicanora sostiene que después de todo lo ocurrido lo importante es que está sana y en su país. “Muchos de mis compañeros de vuelo (fueron cinco de la agencia Exchange de Ciudad del Este) lloraban desconsolados y yo les decía: '¿Por qué lloran?’ Pienso que esta vez no tuvimos suerte, pero otro día podrá ser”, explicó.
Agregó que el viaje le costó US$ 1.400 pero que tiene que ver si paga, ya que la agencia, antes de viajar, le hizo firmar un documento en el que constaba que si no ingresaba a España ellos pagarían la cuenta.