El mundo pelotero paraguayo se vio convulsionado en los últimos tiempos. Inmisericordes ataques entre los dirigentes en busca del sillón de la Asociación Paraguaya de Fútbol dieron lugar a un cóctel de acusaciones entre las partes.
El más salpicado fue el escribano Óscar Harrison, quien “cansado de los hostigamientos”, se vio obligado a renunciar a la presidencia de la APF, luego de 12 años de reinado absoluto.
Por su forma totalitaria de trabajar, por su poca apertura a las críticas y a la participación democrática, Harrison se ganó el mote de dictador.
El manejo unipersonal, las maneras caprichosas y autoritarias de imponer sus criterios, la falta de carisma para escuchar los cuestionamientos, y la poca predisposición para aceptar errores formaron parte de la cuestionada administración de Harrison.
El dictador del fútbol paraguayo se fue. Solo hay que esperar que quienes forzaron su ida y heredaron su administración, sepan ejercer una forma de trabajo diferente, y no vengan a repetir lo mismo