Si a estas características, que de por sí ya son malas, se agregan los altos niveles de informalidad que afectan a alrededor del 60% de la población ocupada, resulta que la mayor parte de los trabajadores se encuentran en una situación realmente grave. A pesar de que quieren trabajar y sostener su familia, unos no encuentran trabajo, otros trabajan menos tiempo del que quisieran y la mayor parte lo hacen en condiciones de precariedad.
Así, el trabajo en Paraguay no necesariamente permite tener una vida digna en el presente y menos aún en la vejez, ya que la mayoría de los trabajadores no logran incorporarse a la seguridad social y menos todavía ahorrar una cantidad suficiente de manera a no tener que depender de alguien más en el momento de dejar de trabajar.
Esta terrible situación se convierte a nivel macroeconómico en un obstáculo estructural para la lucha contra la pobreza y la desigualdad, además de que estamos desperdiciando el bono demográfico teniendo en cuenta que la juventud está particularmente afectada por estos problemas. Todos los indicadores citados empeoran entre los 18 y 29 años.
La coyuntura no es responsabilidad exclusiva de este gobierno. Durante el anterior ya se veían signos claros de agotamiento. El PIB creció a promedios cercanos al 4%, los niveles de ingreso se estancaron, así como la reducción de la pobreza. A pesar de estas señales, la política económica verificó pocos cambios, por lo que actualmente no habría que esperar un resultado diferente.
Es imposible construir el desarrollo en un país con estas condiciones laborales. Hoy estamos creando las condiciones de pobreza para los próximos años. Mientras las autoridades no tomen conciencia y no implementen políticas que transformen estructuralmente el modelo económico y el mercado laboral, están condenando a una pésima calidad de vida a la mayoría de la población.
La recuperación económica debe tener como principales indicadores los de empleo. De nada servirá el crecimiento si estas condiciones se mantienen, por lo cual el seguimiento a la coyuntura no debe concentrarse exclusivamente en el PIB. La reducción del desempleo, la informalidad y la subocupación deben estar en el centro del esfuerzo. Un plan de reactivación económica que eleve el PIB, pero que no contribuya con el mayor acceso al mercado y en mejores condiciones de ingresos como de prestaciones sociales, no es un buen plan.
Es necesario monitorear con particular atención lo que está pasando con los jóvenes, con las mujeres, el sector rural y la población trabajadora en situación de pobreza. Mientras la mayoría de la población no se beneficie con la recuperación económica, no habrá nada que festejar.