Según explicó la fiscala Daniela Benítez, una de las que investiga el hecho, se presentaron una serie de dificultades cuando se realizaban las pesquisas y una de ellas, tiene relación con la tecnología, ya que las cámaras de circuito cerrado, no pudieron captar el número de patente ni las características del automóvil desde donde salieron los disparos hacia Lorenzo.
La agente del Ministerio Público explicó, que en la madrugada del 16 de diciembre del año pasado, un automóvil de color gris, fue captado por las cámaras, dando vueltas en inmediaciones a la parada de bus ubicada en la calle Jejuí casi Montevideo, sobre cuyo banco dormía la víctima.
Después de dar unas vueltas, finalmente, el conductor, se acerca al banco y dispara dos veces contra la humanidad de Lorenzo, que queda malherido en el piso. Intentó pedir ayuda pero no fue posible; murió en el lugar sin poder ser auxiliado.
El automóvil huyó del lugar por la misma calle, luego tomando la avenida Juan E. Oleary para luego doblar por la calle Milano, hasta que se le perdió el rastro.
LA BALA. Se tomaron muestras de las balas que mataron al trabajador a través del sistema IBIS, que determinó que el proyectil similar no fue utilizado en otro hecho. Se trata de un proyectil disparado con un arma de calibre 38.
El padre del trabajador, declaró ante los investigadores, pero no pudo aportar mayores datos.
La fiscala Benítez, aseguró que la investigación sigue abierta y que no pedirá la desestimación de la causa y espera alguna novedad de los agentes del departamento de homicidio de la Policía, para seguir avanzando en el caso.
Lorenzo pertenece a una comunidad indígena ubicada en Tacuatí, Departamento de San Pedro.
De allí vino junto a su padre, para probar suerte en la capital, donde se ganaba la vida como reciclador.
Surgen varias hipótesis sobre el móvil del crimen, desde un ajuste de cuentas hasta un crimen de odio.