El incremento de la deuda pública se ha dado en el marco de una serie de problemas que al principio parecía que en algún momento iban a solucionarse, pero a 7 años –incluyendo las previsiones presupuestarias de 2019– el panorama parece empeorar en lugar de mejorar.Los escándalos de corrupción, conflicto de intereses, sobrecostos, mal diseño de obras, falta de transparencia, gestión inadecuada de contratos hicieron retroceder al Gobierno en la mayoría de sus propuestas.
En otros casos, las instituciones públicas se retrasaron en el inicio de la ejecución, con las consecuencias sentidas por la ciudadanía como en el caso de los cortes de energía. Algunas de estas propuestas no solo significaron costos para el sector público sino que además tuvieron graves consecuencias económicas para los privados, tal como ocurrió con el Metrobús, que acabó con las fuentes de trabajo de mucha gente.
Pero el fracaso de las obras no es la única razón de la falta de impacto de los fondos provenientes de la deuda. El otro problema es que una parte importante de la misma se dedica al repago o lo que en términos populares se llama “bicicleteo” aunque en el ámbito técnico lo denominen “refinanciación de la deuda”.El segundo factor de preocupación se deriva del anterior. El pago de deuda con deuda es necesario porque el país tiene una baja presión tributaria. Entre los países de América Latina es una de las menores, solo Haití se encuentra por debajo.
Y para empeorar, con una estructura tributaria sostenida por impuestos indirectos, con altos niveles de injusticia.Hasta ahora no solo no se vislumbra una propuesta que permita elevar la presión tributaria de manera que quienes se benefician con el crecimiento económico que genera la infraestructura sean quienes contribuyan más a su financiamiento. La situación se agrava con el anuncio de que infraestructura vial como las del tráfico de soja no se harán bajo la modalidad de APP sino con deuda.
Es decir, con impuestos de la gente se financiará el traslado de un producto que no contribuye al Fisco, pero genera riqueza en un sector minoritario de la población.En este escenario, es cada vez más preocupante apelar al endeudamiento. El PIB está creciendo a un ritmo por encima del crecimiento poblacional; sin embargo, tiene poco efecto en los ingresos de la mayoría, en la pobreza y en la desigualdad. Si a esta restricción le agregamos un endeudamiento que tarde o temprano será financiado por una estructura tributaria injusta, corremos el riesgo de mantener a Paraguay en la cola del desarrollo, pero a la cabeza de las injusticias.