15 feb. 2025

NICANOR, GOEBBELS Y LA PRENSA TORPE

Bravuconadas y perifoneos

Bastaba que Nicanor insistiera en sus bravuconadas contra la prensa para que los periodistas nos rasgáramos -una vez más- las vestiduras.

Algunos niveles de análisis ligero que suelen tener nuestra prensa y nosotros los periodistas, nuevamente evitaron reparar en cuestiones que hacen a la estrategia electoral del principal operador político de Blanca Ovelar. Y como ocurrió en más de una ocasión, tipo dominó caímos ojohevirepa (uno tras otro).

Todo lo que está diciendo y haciendo el presidente con relación a la prensa -no porque sea Nicanor, sino porque es el presidente- es grave y lo debemos tener en cuenta. Pero eso no significa que debamos entrar en su juego perverso y mucho menos en pánico, como parece ocurrir de alguna manera.

El propagandista más estudiado de la historia, el que sustentó en gran medida la fortaleza del nacionalsocialismo de Hitler, Joseph Goebbels, da una fórmula que en puridad es la base del comportamiento de Nicanor: “Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que distraigan”.

Y como los periodistas no estamos pudiendo tomar distancia ni dejar de mirarnos el ombligo, reaccionamos exasperados y contestamos y zapateamos y perifoneamos sobre los dichos de Nicanor. Y es justamente lo que él desea, porque sabe que “si una mentira se repite las suficientes veces, acaba convirtiéndose en la verdad” (Goebbels). Y también sabe que necesita concentrar las miradas y ataques en él para que el periodismo deje de escudriñar sobre la actualidad y el pasado de su no tan bien posicionada candidata, Blanca Ovelar, antes de las internas coloradas del próximo 16 de diciembre.

Por estos días, litros de tinta, cientos de centímetros de páginas, millones de palabras y horas de televisión y radio fueron empleados para tratar de explicar, de responder, de refutar, de criticar, de analizar, de contrarrestar, etc., los discursos descangayados de Nicanor. Y eso lo mantuvo más de la cuenta en la palestra, consiguiendo más espacio que cualquier político y aunque los comentarios respecto hayan sido variopinto -a favor y más en contra-, lo importante es que se hable, porque así marca presencia, está vigente y nadie permanece indiferente. Por ejemplo, yo mismo estoy dedicándole espacio al asunto cuando mejor debería hablar de las emergencias sociales incubadas o eclosionadas bajo su gobierno. Hablar de la gente empobrecida que no tiene manera de llegar a visibilizar sus problemas a ver si las atienden.

Dentro de este marco de ataques, el propio Nicanor habló de que los medios quieren marcarle la agenda. Y entonces se dispuso, con mucho éxito, a marcarle la agenda a los medios.

Sin dejar de ver los serios problemas de nuestra prensa en la transición, de las prácticas irresponsables y a veces mercenaria de algunos colegas y propietarios de medios y de la premura de la información -muchas veces- en detrimento de algunos principios, etc.; la retahíla de agresiones del presidente no pasan de ser lata pararâ (ruido de latas). Su cacareada reglamentación a la prensa es inconducente e inaplicable porque el esquema y la legislación internacional ratificada por el Estado paraguayo lo impiden; y porque él sabe perfectamente que en parte sin ese periodismo (crítico o complaciente) no podría subsistir como político y menos haber llegado al poder.

Y seguirá macaneando, mientras tenga prensa...