En plena tarea de carga de bolsitas de hule con la sustancia conocida como cola de zapatero se podía ver en la víspera a una veintena de niños indígenas en la esquina de la avenida Fernando de la Mora y Europa.
Entre ellos resaltaba la presencia de la menor C., de tan sólo 12 años de edad, quien tiene una de sus piernas totalmente infectada a raíz de la presencia de un furúnculo que pierde sangre y pus a cada momento.
El sitio en el que se encuentran está sembrado de excrementos, cartones de vino, restos de alimentos en descomposición y basura arrojada por carritos.
Si bien al principio se mostraron agresivos, intentando incluso arrojar piedras a los miembros de nuestro equipo de prensa, posteriormente se abrieron y comentaron que desde hace un buen tiempo están en Asunción.
Entre otras cosas señalaron que provienen de departamentos como Guairá, Canindeyú y San Pedro y que pertenecen a la etnia Mbya Guaraní, de donde salieron porque sus padres ya no tienen forma de alimentarlos y que aquí, al menos ciertas personas les pasan alguna comida.
Ante el indignante hecho que está a la vista de todos tratamos de comunicarnos con la Secretaría de la Niñez y de la Adolescencia, pero sus líneas telefónicas nunca dejaron de estar ocupadas. La idea de acceder a una acción rápida por parte de esta institución para asistir a estos infantes es una utopía.
SIN RUBROS. Ante la consulta de si el Instituto del Indígena (Indi) tenía recursos financieros para asistir a estos chicos, Aída Lara, su encargada de prensa, dijo que no cuentan con fondos. Informó que ese mismo grupo fue trasladado hace un tiempo a sus comunidades, pero que de nuevo vinieron a la capital.
Puntualizó que aguardan respuesta a la solicitud de ayuda de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) para conseguir víveres y llevarlos de vuelta a sus respectivos asentamientos. “Creemos que dándoles víveres quedarán más tiempo en sus hogares”, puntualizó.