26/04/07 - 19:30
A seis días de su liberación, la docente Nancy Giménez accedió este jueves a hablar con la prensa. Desde su domicilio, la maestra del cuarto grado “C” de la Escuela España de San Lorenzo relató que el único momento en que vio la luz fue cuando escribió la carta dirigida a sus familiares.
“Todo el tiempo estuvimos vendados. Durante los 20 días que duró nuestro secuestro, sólo pude ver la luz al momento de escribir la carta que fue enviada a mi familia. Me sentía super mareada; esa fue la única vez que me sacaron la venda; no entendía nada, ni siquiera recordaba bien mi número de cédula”, refirió.
La maestra sostuvo además que está mucho mejor, más tranquila, sobre todo por el apoyo y cariño de sus familiares.
Al ser consultada sobre cuándo volverá a la escuela, mencionó que podría ser la próxima semana. “Lo antes posible, estuve con mis alumnos el martes pasado, fui a visitarlos y a estar un momento con mis compañeras de trabajos” remarcó.
Sobre la salud de su novio, el oficial de policía Rafael Ramos Balmori, quien también fue secuestrado con ella, señaló que se está recuperando de los momentos traumáticos que les tocó vivir a ambos. Dijo que se encuentran recibiendo asistencia psicológica para superar este duro trance.
La docente comentó que en la mañana de este juevesdeclaró ante el juez Rogelio Ortúzar , a quien brindó todos los detalles del secuestro para que se realicen las averiguaciones del caso.
Sobre cómo la trataron durante el cautiverio, Nancy comentó que ella no recibió ningún tipo de agresiones físicas y que la peor parte se la llevó su novio. Mencionó que durante los primeros días, ella recibió algunos maltratos verbales, pero nada más.
En cuanto a la alimentación, la maestra liberada señaló que recibían la comida todos los días, pero que por su estado de cautiverio y el no poder ver, ni siquiera le permitía probar bocado alguno.
“Estábamos vendados todo el tiempo. Los cuatro permanecimos siempre juntos, no llegaron a separarnos. De repente podíamos conversar en voz baja, a veces nos dábamos ánimo y fuerza cuando alguien recaía”, rememoró Nancy.
Agregó que ella era la que más perdía la esperanza de ser liberada y se echaba a llorar por la impotencia.
“No tenía noción del tiempo; a veces ya me parecía que era muy largo. Había días en que podía escuchar a mis alumnos cuando hablaban en la televisión y eso me daba mucha fortaleza y emoción porque no esperaba que ellos estuvieran tan acongojados por mi”, resaltó.
Finalmente, mencionó que al momento de ser liberada fue una emoción inexplicable. “Me dio una piel de gallina, no sabia si gritar, reír o llorar, pero en ese momento, lo único que hice fue arrodillarme y dar gracias a Dios, ahí mismo” sostuvo la docente.
Actualmente está muy bien de salud, no tiene problemas para salir de día, aunque por las noches aún siente temor.
Agradeció a toda la gente por sus oraciones y a las que acompañaron a su familia en los momentos críticos de su cautiverio.