19 abr. 2024

Moroso

Benjamín Fernández Bogado – www.benjaminfernandezbogado.wordpress.com

Foto UH Edicion Impresa

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Nadie se parece tanto en su comportamiento a aquel que se enoja cuando le reclaman que devuelva el dinero en tiempo, desaloje la casa alquilada, deje limpio el espacio luego de usufructuarlo gratuitamente o reciba nuestra confianza para luego defraudarla.

El moroso es insolente, desalmado, osado y atrevido. No hay manera de hacerle entrar en razón. Se cree por encima de ella. No le importa el incumplimiento del contrato y se mofa si le amenazamos con ir a los tribunales. Él está por encima de la ley porque él cree que es la ley misma. El Estado paraguayo es el más grande moroso del país y actúa como tal.

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Sus jueces y fiscales están contentos con asumir su condición de esclavos manumitidos. Sus captores –la mayoría delincuentes– exhiben su poder ante la sociedad y ante ellos para mostrarse como los verdaderos mandantes y no como los mandatarios. No les importan ni las apariencias porque asumen su insolencia y las normas que escriben son intrascendentes porque ellos están por encima de ellas. El moroso muestra sus músculos y no se perturba ni ante la legión inmensa de analfabetos que genera su pobre capacidad de gestión educativa ni le inmutan los muertos en sus hospitales públicos.

Todo lo que tenga la condición de público se concibe como de nadie y nosotros asumimos como pueblo que eso es lo correcto. Cuando el moroso se asusta simula una reforma que ni intenciones tiene de acometer porque la situación actual es la mejor de todas… para sus intereses. Los que reciben el Pytyvõ se sienten agradecidos porque finalmente el Estado no es de ellos y con tres mil guaraníes por día se dan por satisfechos para enfrentar el Covid. Los que recibieron ayuda para sostener sus empresas saben bien que no están obligados a devolver el dinero que tiene una garantía cercana al 90% de un Estado al que no le interesa realizar la tarea de recuperar los casi 600 millones de dólares que salieron de nuestros bolsillos. Finalmente la cosa será moroso vs. moroso. El Estado vive feliz con su trabajo y sus víctimas somos nosotros, incapaces de acabar con esta ecuación criminal que nos embrutece y empobrece.

No admiten críticas los morosos y se ensañan con quienes los escrachan. La abogada Roa está procesada y es casi seguro que entre fiscales y jueces acaben con condenarla con una pena 5 veces superior a la que recibió González Daher. Este modelo sigue igual desde hace muchos años y cuando esgrimimos el argumento del cambio nos salen con la frase de que es: “Una deuda histórica”. Este moroso con su insolencia, corrupción, ineficacia y soberbia no es capaz de pensar en algo diferente a los porcentajes que recibirá por comprar tapabocas, camas y ahora vacunas. “El Estado servidor del hombre libre” es una provocación a la carcajada. Ni es Estado ni pretende liberar a nadie. Euclides Acevedo ha sido más claro y desconcertante al decir: “no tenemos Estado”. Mi pregunta es, si es así, ¿qué significa el cargo que ostenta en el Ejecutivo?

El moroso cuesta miles de millones de dólares en salarios y beneficios, y no para de robar en la compra de bienes y servicios. Este Estado moroso que tenemos no nos sirve y si no logramos cambiarlo en este 2021 que se inició nos seguirá haciendo la vida miserable. Están en mora desde sus inicios, solo algunos pocos intentaron hacer las cosas diferentes por cortos periodos. La regla es la insolencia del moroso y no el verdadero compromiso con el dueño de la propiedad (el ciudadano) que mira sin respuestas la degradación de su entorno y el robo descarado de cada día. Esto no puede seguir así. Hay que desalojar al moroso.

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