18 abr. 2024

Misma tormenta, pero en diferentes barcos

En unos pocos meses la primera pandemia global de la historia de la humanidad –el Covid 19– ha dejado a su paso enfermedad, muerte, un desplome de la economía y un crecimiento acelerado de la pobreza y la desigualdad.

Esta tormenta perfecta de crisis sanitaria, de crisis económica y de crisis social ha sorprendido a los países, a las empresas y a las personas “viajando” en barcos muy diferentes.

Algunos “viajan” en barcos enormes, lujosos y muy seguros, otros en pequeñas y frágiles embarcaciones y muchos en improvisadas balsas.

A nivel de los países, los desarrollados no tuvieron grandes problemas porque tienen una enorme riqueza, los emergentes tuvieron que solicitar créditos y muchos otros –que no tienen ni ahorro ni crédito– hoy dependen de la caridad internacional, para poder enfrentar la tormenta.

A nivel empresarial, esta pandemia ha incrementado en forma dramática la diferencia que ya existía entre las empresas de la nueva economía –las tecnológicas– y el resto. En 4 meses Zoom paso de 10 a 300 millones de usuarios y el valor bursátil de Apple superó los 2 billones de dólares, superando el PIB del Brasil y 40 veces el del Paraguay.

Mientras tanto el valor de empresas aéreas, de cruceros, de hoteles, de restaurantes, se ha desplomado, y millones de pequeñas y micro empresas han ido a la quiebra o han cerrado definitivamente.

A nivel personal los que fueron sorprendidos por la pandemia con mayores recursos económicos y con una mejor educación hoy pueden quedarse en sus casas para cuidarse y al mismo tiempo pueden trabajar más y mejor gracias al teletrabajo.

Mientras tanto millones de personas que no tienen ahorros y que tienen que salir a ganarse el pan todos los días, ven cómo la pobreza y la desesperación se apoderan de ellos.

Definitivamente esta pandemia ha acelerado en forma brutal las enormes diferencias y desigualdades que ya existían antes de ella y a mi criterio ha marcado el final de una era que se inició en 1789 con la Revolución Francesa.

Recordemos que aquella revolución bajo los principios de la libertad, la igualdad y la fraternidad, puso fin en forma violenta a un sistema medieval injusto dividido en clases sociales, donde la nobleza y el clero tenían todos los privilegios y el campesinado vivía en la pobreza.

El principio de la libertad fue la base de la filosofía liberal y de la economía capitalista, que trajo a la humanidad un progreso económico y científico sin precedentes, pero también una desigualdad que hoy ya es intolerable.

El principio de la igualdad fue la base del socialismo, que permitió que grandes sectores explotados tuvieran derechos y una vida digna, pero trajo consigo al comunismo totalitario que fue responsable de millones de muertes, tanto por represión interna como por guerras revolucionarias. Durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX sufrimos el enfrentamiento entre los principios de la libertad y de la igualdad. El comunismo se desplomó en 1989 con la caída del muro de Berlín, pero el capitalismo liberal también se desplomó en el 2008 con la crisis financiera.

La actual crisis del coronavirus nos ha demostrado que los principios de la libertad y de la igualdad que son antagónicos, solamente pueden conciliarse con el tercer principio… el de la fraternidad… el principio olvidado.

Solamente con fraternidad entre los países va a ser posible la convivencia humana. De lo contrario que no se quejen los europeos y los norteamericanos cuando son invadidos por millones de emigrantes que cruzando océanos y muros buscan la supervivencia. Solamente si personas como usted y como yo que tenemos la suerte de sufrir la tormenta en cómodos y seguros barcos, hacemos que nuestras empresas sean más responsables socialmente y nosotros más solidarios con los que menos tienen, podremos tener una sociedad donde sea posible vivir en paz en la pospandemia.

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