18 abr. 2024

Mi barquito de esquelita 2

Mario Rubén Álvarez

Tras la publicación, el sábado pasado, de una entrevista a Ireneo Bernal –hijo de Crisanto Bernal– en la que este afirmaba que su padre había sido el autor de la letra de Mi barquito de esquelita, me llamó Derlis Pérez Vera, hijo de Gregorio Pérez Burgos, para aclarar que el autor de la letra y la música es su padre. De hecho, esa realidad estaba expresada en el artículo de ocho días atrás al indicarse que “según el registro de letras número 55.252 y de música 34.490 de Autores Paraguayos Asociados (APA)”, la composición en poesía y música pertenece a Gregorio Pérez Burgos, que se ratifica aquí.

Por otro lado, el mismo Gregorio Pérez Burgos –ganador, con esa obra, del Premio Nacional de Música otorgado por el Congreso de nuestro país en el 2011–, en conversación telefónica, dijo que “la letra no es de él”, refiriéndose a Crisanto Bernal, y a continuación mencionó el nombre de la mujer a la que dedicó su poesía, posteriormente musicalizada por él mismo.

“Puse entre los amambái el barquito con la esquelita para que le llegara aguas abajo”, dijo el hoy docente jubilado, músico, poeta y compositor.

En el artículo quedó claramente especificado que la letra y la música, según el registro oficial de APA –que es lo que vale para estos casos–, son de Gregorio Pérez Burgos.

El sábado 8 de junio de 2002, en esta misma página, este escribiente había publicado la historia de Mi barquito de esquelita narrada en una entrevista a Gregorio Pérez Burgos. La reproducimos aquí para enfatizar aún más su condición de autor la letra y de la música a partir de su testimonio.

El artículo de 2002

Gregorio Pérez Burgos –nacido en Tapití, de la compañía Potrero Angelito, del distrito de Itacurubí de la Cordillera–, maestro y músico que vive en Eusebio Ayala, registró en Autores Paraguayos Asociados (APA) tanto la letra como la música. Él, en una amena conversación, aclaró que Villa San Pedro –a la que alude la letra–, es una compañía de Caraguatay –pueblo del Departamento de Cordillera–, y no Villa de San Pedro, la capital del segundo departamento.

“Resulta que yo enseñaba en la compañía Vera Costa, en la Escuela 10.311. Allí me enamoré de Ignacia Ramona Vera. Amoñuhã chupe ha sa’isa’ípe a’amansa (La perseguía y, de a poco, la fui conquistando). De ahí me trasladé a Villa San Pedro como profesor. En la década de 1970 compré para mi casa en Eusebio Ayala y, un día menos pensado, su abuela le trae junto a mí. Opytaitemavoi (Ya se quedó)”, contaba el docente-músico, hermano de Rufino Pérez (fallecido) que conformaba con Abdón Peralta (ya fallecido también, primo de ellos) el recordado dúo Pérez-Peralta.

En Villa San Pedro, el corazón del maestro se rinde ante una mujer cuyo nombre se niega a decir. “¿Se llamaba Rosa o solo la llamas rosa?”, le pregunto. No contesta. Prefiere guardar silencio. Y yo respeto su voluntad.

Cantaban y reían juntos. Ella era la primera voz, él la segunda. El amor revoloteaba en medio de las canciones. Los padres de la estudiante, que caminaba cuatro kilómetros para llegar al colegio, en Alfonso Loma, se oponían tenazmente al romance. Un sábado ella y su madre vinieron de Villa San Pedro junto a él en Eusebio Ayala. Llegaron justo en el momento en que le tenía sobre sus rodillas al hijo que había tenido con Ignacia. Las dos dieron media vuelta y regresaron a su casa, profundamente decepcionadas.

Los padres de la joven –¿Rosa del alma?, o simplemente ¿rosa del alma?– se pusieron furiosos. Tuvo que cambiar de ruta para llegar a su escuela. Aun así, por el camino, sintió cerca de Isla Pucú el retumbar de la ira del padre de la cantante.

Una noche, en el casamiento del hermano de Gregorio Martínez –según sigue relatando Gregorio–, arpista del conjunto de Quemil Yambay, el dúo volvió a encontrarse en Villa San Pedro. Bailaron juntos. Él le pidió que depusiera su enojo. Ella aceptó y acordaron encontrarse al día siguiente en el arroyo Remanso, donde ella lavaba ropa.

“No pudo venir a la cita. Entonces, en el amambái kua, donde la esperaba en vano, escribí Mi barquito de esquelita. Fue en 1974. Al terminar los versos, hice un barquito y lo tiré al agua para que llegara hasta ella”, concluye Gregorio Pérez Burgos.


Memoria viva

El autor de la letra y de la música de esta polca es Gregorio Pérez Burgos.

Mi barquito de esquelita
Aipo’o amoîta che popytépe
hyakuã asýva ko reseda
nde rekoviárônte che ahêtûta
flor aromada nde joguaha.

Tal vez ñande jandaikatuvéima
che despreciágui upe nde sy
tahánte che rosa del alma
ani che káusa reiko asy.

Ysyrymírente ajevaléta
la che mensaje arahauka
en un barquito la che esquelita
ýpe reikóvo teretopa.

Ha upekuévo ahypyimíta
Villa San Pedro che resay
pépe onaségui la ahayhuetéva
ombojojáva pe kuarahy.

Adiós barquito nde jarehóma
con confianza rejejokuái
noticia triste ne cargamento
para la rosa del Paraguay.

Letra y música: Gregorio Pérez Burgos.

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