19 feb. 2025

Más sombras que luces en el desempeño económico de 2017

Se va el año 2017 con la sensación de haber sido un año mediocre en términos económicos. Si bien el PIB muestra un resultado positivo, otros indicadores que afectan de manera directa a las personas, como la pobreza y el empleo, muestran un magro desempeño. No hubo reformas estructurales en algunos temas centrales para la economía y durante todo el año se sucedieron conflictos y denuncias de corrupción económica. Todos estos hechos empañaron las percepciones ciudadanas y generaron una sensación de malestar que finalmente se tradujeron en una evaluación negativa de la gestión a juzgar por los recientes resultados electorales.

El año 2017 va a cerrar con un crecimiento económico del 4% que no es menor, teniendo en cuenta que la población crece a una tasa menor, por lo que si la distribución fuera un poco más justa se verían mejores resultados en la población. Si bien no hay estadísticas de pobreza para el año 2017, las últimas realizadas para el año 2016 muestran un estancamiento de la reducción de la pobreza, a pesar del crecimiento económico; por lo tanto, no habiendo cambios estructurales en las políticas públicas ni en la estructura productiva, habría que suponer que la tendencia se mantendría.

Las estadísticas de empleo permiten un acercamiento a la realidad más actualizada, ya que Asunción y Central cuentan con encuestas trimestrales. En este caso, los resultados son pesimistas, teniendo en cuenta que se observa un aumento del desempleo y una reducción de los ingresos. Aunque esta información representa a un área geográfica muy acotada, en términos poblacionales allí se encuentra más de un tercio de la población ocupada total.

Para el sector rural no hay estadísticas actualizadas, pero los conflictos que se sucedieron a lo largo del año, tanto en las comunidades campesinas como indígenas, permiten presagiar que la situación económica no está bien allí.

Otros ámbitos económicos que afectan al bienestar de la población tampoco están funcionando bien como es la gestión pública. La baja ejecución impidió que avanzaran las construcciones, la política agropecuaria y los servicios básicos, como los de salud y educación. Al mes de octubre, la ejecución presupuestaria de los ministerios involucrados en estas acciones rondó entre el 50% y 65%.

Más allá de los tradicionales indicadores de estabilidad macroeconómica como la inflación y el tipo de cambio que proporcionan una relativa tranquilidad, la persistencia del déficit público, junto con el aumento de la deuda por encima de la capacidad de pago del país, introducen riesgos que deben ser considerados.

En definitiva, el año 2017 se cierra con muchas sombras y pocas luces. Si bien habrá que esperar que las estadísticas nos informen con mayor certeza, los resultados electorales recientes nos muestran la sensación ciudadana de disconformidad sobre el desempeño económico. No hay mejor indicador que el voto cuando se trata de aprobar o rechazar una gestión. Al final, es lo que siente y vive la gente lo que debe importar, aun cuando determinados indicadores nos señalen una situación diferente.

Paraguay requiere cambios estructurales para que el crecimiento y la estabilidad macroeconómica tengan efecto en la economía de las familias paraguayas. Sin políticas que tiendan a ese objetivo solo se puede esperar más de lo mismo. El año 2017 dio suficientes muestras de esto.