Fundada el 15 de agosto de 1537 por el capitán español Juan de Salazar, y conocida en sus primeros tiempos como La Muy Noble y Leal Ciudad de Nuestra Señora Santa María de la Asunción, la capital paraguaya ha cumplido un rol muy importante en sus casi cinco siglos de historia, siendo considerada Madre de Ciudades al animar la fundación o la refundación de otras importantes localidades de la región, como Buenos Aires y Santa Cruz de la Sierra.
En la segunda mitad de siglo XX, especialmente durante la dictadura stronista, Asunción ha ido perdiendo mucho de su identidad histórica, con la demolición de valiosos edificios. La ciudad fue creciendo caóticamente, sin planificación, de espaldas al río. En todo este tiempo, los esfuerzos de varias administraciones municipales y del propio Gobierno central, a pesar de importantes obras en ejecución, como la avenida Costanera, no han logrado aún convertirla en una urbe amigable, a escala humana, que pueda asegurar a sus pobladores y visitantes una calidad de vida digna.
En las últimas décadas se ha privilegiado el desarrollo de un nuevo sector urbanístico, conocido como el eje corporativo, pero se ha ido abandonando a los demás sectores de la ciudad. En la administración del actual intendente, Mario Ferreiro, el Centro Histórico y numerosos barrios continúan cayendo en una situación de deterioro de la infraestructura y las instalaciones urbanas, con graves deficiencias en el servicio de recolección de basura y en la reparación de calles y avenidas. Varios sectores permanecen con mucha suciedad, malezas y veredas rotas.
Otro de los reclamos que tampoco se responde con medidas definitivas es la ocupación de importantes espacios públicos, como las históricas plazas frente al Cabildo, donde se instalaron villas precarias, generando la pérdida del acceso a atractivos turísticos. Ahora, coyunturalmente, esos sitios han sido despejados, luego de varios meses.
En estos días previos al 481 aniversario –que se conmemora mañana– y al acto de asunción de un nuevo presidente de la República, se ha notado una fuerte intervención de obreros municipales para desocupar las plazas, recuperar espacios y hermosear sectores del centro histórico, pero el temor es que se trate de un gesto político puramente coyuntural y que no resulte permanente. Solamente el paso del tiempo despejará esta duda.
En camino hacia su quinto centenario, la ciudad de Asunción necesita mucho más que simples retoques cosméticos. Requiere de un plan de intervención urbanística que la ayude a recuperar su señorío histórico, que la convierta en una ciudad amigable, ecológica, pensada a escala humana, que ordene el caos del tráfico automotor y reconvierta sus espacios pensando en la gente, en su necesaria calidad de vida, de mejores oportunidades de trabajo y vivienda, así como de sana recreación.