Diversos informes de gestión proporcionan datos acerca de los resultados de la estrategia de lucha contra la pobreza.
Entre estos se encuentra el número de familias que ya habían sido seleccionadas, porque entonces se requiere continuar con esa selección.
Si se considera que en los últimos años se han implementado acciones sin que se hayan visto resultados en la reducción de la pobreza, se plantea otro cuestionamiento: ¿qué es lo que no funcionó?
Del nuevo Gobierno se espera más información sobre el uso de los recursos y sus resultados, de manera que sus propuestas tengan mayor legitimidad y no causen desconfianza acerca del éxito futuro de la propuesta.
Lastimosamente, el proyecto señalado se diseña luego de 5 años de mucho discurso sobre la preocupación que tenía el Gobierno en la pobreza.
Es un discurso que no pudo ser concretizado en indicadores objetivos, porque si bien se registra una leve reducción en algunos años, en valores absolutos esta gestión gubernamental deja el país con la misma cantidad de personas por debajo de la línea que cuando inició su gestión.
Los reportes oficiales hacen referencia a los procesos de selección basados en un “enfoque de precisión”. Sin embargo, los resultados son mínimos. Pareciera que el referido “enfoque de precisión” no funcionó bien dadas las denuncias ciudadanas acerca de los errores en la selección de titulares, ya que personas y familias que deberían estar en los programas no son incluidas mientras que otras de nivel de vida mejor, sí están.
Al margen de los problemas ya observados, el Gobierno debería explicar por qué es necesario seguir implementando procesos de selección cuando ya existe información sobre familias en situación de pobreza o vulnerabilidad que deberían ser incorporados a los programas y que por deficiencias en la gestión o insuficiencia de recursos no están.
Varios programas de transferencias cuentan con una ficha con información de cada familia para conocer su situación económica y social.
La totalidad de estas familias deberían contar con apoyo para aumentar sus ingresos por la vía laboral.
El Gobierno debería utilizar los recursos disponibles para este fin y cuando avance y empiece a mostrar resultados intentar ampliar su acción.
Por otro lado, cabría preguntarse el objetivo del “enfoque de precisión” en la pobreza.
En los años anteriores a esta gestión, la pobreza tuvo un ritmo interesante de reducción. Sin embargo, se escucha poco acerca de qué se está haciendo por mantenerlas por encima de la línea de pobreza.
Hace unos años, un informe de un organismo internacional señalaba que si bien Paraguay redujo la pobreza y aumentó la clase media, también verificó la caída de muchas familias por debajo de la línea de pobreza. Por lo que actualmente es de suponer que no solo es necesario seguir reduciendo la pobreza sino también frenar los retrocesos.
Esto implica que los programas de generación de ingresos deben dirigirse a una población más amplia que la de pobreza.
Si la nueva gestión de gobierno quiere la confianza ciudadana, debe proveer mayor y mejor información sobre sus acciones de manera a no generar confusiones y dudas que terminan traduciéndose en deslegitimidad de la política pública.