“Existe la percepción de que la marihuana, el cannabis, no genera daño, pero es la droga que nos está expulsando a más jóvenes de nuestras escuelas y nuestros colegios”, comentó Barreto tras una reunión entre autoridades antidrogas del Mercosur, celebrada esta semana en Asunción.
La directiva de la Senad precisó que en Paraguay se perciben “consumos muy evidentes de marihuana, de crack y de alcohol”, esta última sustancia es habitual entre un 52% de los paraguayos de entre 12 y 18 años de edad.
Barreto detalló que los adolescentes de la región sudamericana, no solo de Paraguay, se inician con el alcohol y de ahí pasan a otras drogas como la marihuana, aunque en los últimos tiempos se ha visto un incremento de las drogas sintéticas.
“Están entrando las drogas sintéticas y eso sí es un real tema porque, en definitiva, hay drogas sintéticas que no tienen cierta regularización en nuestros países; ese es el gran desafío actualmente, todo tipo de drogas sintéticas que está entrando en la región”, apuntó.
El consumo de drogas de los jóvenes en Latinoamérica entraña, a juicio de Barreto, un doble problema, en primer lugar, por el consumo en sí, y segundo, porque el grupo de entre 12 y 18 años es el más grande en la pirámide de población.
Centrada en el caso de Paraguay, Barreto aseguró que las drogas no entienden de clases sociales, ya que existen sustancias “más sucias para el nivel más bajo” y otras “en el alto nivel”, que “no le exime de la peligrosidad”.
“Hay más diversidad de sustancias en las zonas de frontera, principalmente en la zona este y sur del país. Tenemos definitivamente drogas mucho más contaminadas con lo tóxico, más variedad y la edad de consumo es mucho más baja”, detalló.
Las autoridades trabajan en la apertura de centros de atención en esos lugares, en concreto en Ciudad del Este, fronteriza con Brasil, y también al sur del país.
“Paraguay sigue teniendo el déficit de un solo centro de atención, de programa para esta enfermedad, y está en la capital. Algunas familias tienen que migrar más de 400 o 500 kilómetros para venir, y el espacio y la cobertura es muy pequeña”, dijo Barreto para ilustrar la situación.
A eso, hay que añadir las listas de espera para los pacientes de “una enfermedad que no espera”.
Ante la escasez de recursos oficiales, la Senad cuenta con el apoyo de la sociedad civil, parroquias católicas y, también, grupos evangélicos.
“Esta sociedad civil, nucleados en las iglesias, está no solo preocupándose, sino ocupándose, y ese ocuparse es para nosotros muy alentador porque le da credibilidad a los trabajos que hacemos y somos nosotros los formadores de los voluntarios que se generan en las iglesias”, matizó Barreto.
Insistió además en la necesidad de que esta problemática se trate desde la perspectiva sanitaria, ya que “de lo contrario se judicializa” y aparecen “otros problemas añadidos”.
Consciente de las limitaciones, Barreto aseguró que se precisa mucho más presupuesto para luchar contra la adicción a las drogas y la iniciación del consumo.
“No debemos engañarnos con eso, no podemos ampliar cobertura, no podemos implementar a corto, mediano y largo plazo evaluaciones con el presupuesto que tenemos”, observó Barreto.
Por ese motivo, recalcó la necesidad de trabajar en cooperación, tanto regional como internacional.
“Hay que implementar programas que tengan evidencia científica. En prevención de tratamientos, estamos generando programas que puedan ser evaluables, ese es otro gran esfuerzo del Mercosur en este momento”, afirmó, y citó también la estrategia de trabajar en “territorios municipales” para estar más cerca de los problemas de las personas.
En el ámbito internacional, el Mercosur trabaja con la Unión Europea (UE) a través del Programa de Cooperación entre América Latina, el Caribe y la Unión Europea en Políticas sobre Drogas (Copolad).