Correo Semanal

Maribel Barreto y el oficio crítico

 

José Vicente Peiró

Se ha hablado mucho de la debilidad de la crítica literaria paraguaya. Nos hemos lamentado de su escasa presencia o calidad cuando los autores necesitan ese ejercicio consciente de una práctica que se debe considerar un género literario más. Gracias a Maribel Barreto, junto a otros colegas, esta realidad ha ido paliándose en paralelo al aumento cualitativo y cuantitativo de obras publicadas en el país. No deberíamos olvidar a quienes la practican a pesar de la escasa repercusión en un momento internacional donde se encuentra dominada por el universo de internet; ese espacio de confusión entre opinión personal y crítica con el pretexto atribuido a una supuesta subjetividad que el crítico no debe usar como arma.

Maribel Barreto ha dado lustre a la crítica literaria paraguaya del siglo XXI. Destacable novelista, premio nacional en 2019 por Hijo de la revolución, sin olvidar su papel como prologuista y articulista. Incorporada de forma tardía a la creación y a la crítica, durante estas dos últimas décadas nos ha dejado suficientes muestras de capacidad de trabajo, oficio y profesionalidad. Por ello, mereció mi admiración y respeto, incluso cuando a veces no coincidían nuestras opiniones.

OBRA IMPRESCINDIBLE

Maribel escribe en esa recopilación de su imprescindible obra Visiones de dos décadas de literatura paraguaya en el siglo XXI, que su dedicación a la crítica era un gran desafío pero también un placer; preceptos de partida para los futuros críticos de cualquier disciplina. En este ensayo ofreció sus análisis de parte de la mejor literatura paraguaya del presente siglo. Destacó su avance con el abandono de temas folclóricos o nacionales para mostrar una preocupación sobre el mundo actual y los problemas sociológicos o sicológicos. Su visión no fue historicista: no trató de forjar un recorrido lineal por la literatura sino de dar las pinceladas suficientes para completar un collage que sirviera de referente crítico. No para crear un canon, ni tampoco para ser sacerdotisa por esa vanidad del crítico de creerse superior al lector medio: trató de poner en relieve al escritor y su obra penetrando en los intestinos de su creación.

Lastimosamente, Maribel no va ya a completar sus visiones rigurosas de la literatura paraguaya. Su fallecimiento nos deja huérfanos de una voz reveladora con sentido analítico. Espero que los jóvenes sigan su estela para que podamos continuar completando la historia de la literatura de un país necesitado de exégesis profundas en el ámbito cultural.

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