Sociedad
María Ana y Alfredo, un ejemplo de que para el amor no hay edad
María Ana Recalde Emery de Riveiro es sicóloga clínica y docente de la carrera de Sicología en la Universidad Centro Médico Bautista. La mujer de 46 años está casada con Alfredo Ramón Riveiro Sánchez, de 90 años.
El hombre es de profesión abogado, pero no ejerce; se dedica a la Industria Farmacéutica, ya que hace 50 años fundó Laboratorios Delta SA.
“Hasta hoy día él es el primero en llegar y abrir por la mañana y el último en retirarse y cerrar por la tarde”, cuenta orgullosa la mujer.
Para el amor no hay edad
Se dice que para el amor no hay edad y María Ana y Alfredo lo tienen bien en claro.
La pareja se conoció en el año 2007. “Cuando se estaba refaccionando una parte del laboratorio alquilaron durante siete meses una casa que mis padres tienen en el centro. Un día mi papá me dijo que le acompañe a cobrar el alquiler; ese día salió Alfredo a pagar, nos saludamos y ahí quedó, fue la única vez que fui con papá. Poco tiempo después las refacciones terminaron en el laboratorio, desalquilaron la casa y abrí mi consultorio privado ahí”, cuenta María Ana.
En mayo de 2007 habilita el consultorio y fue en ese tiempo que constantemente coincidía con Alfredo. “En las llegadas y salidas al consultorio nos saludábamos y así empezó la relación, fue muy lindo. Recuerdo que siempre admiré en él lo elegante que era y sigue siendo hasta hoy, siempre vestido impecablemente, rico perfume, amable, muy caballero, de esos que te abren la puerta del auto para subirte, te estira la silla para sentarte –hasta hoy es así–“, cuenta enamorada la mujer.
Primeramente, afianzaron una relación de amistad y en el Día de la Primavera de ese año la mujer recibe en su casa un jarrón de 11 rosas rojas.
“La tarjeta decía 'Ana: Mis once rosas son doce flores cuando las tomas' y firmaba Alfredo Riveiro. Ahí ya las invitaciones a cenar se hicieron más frecuentes, ya iba a cenar y a almorzar a casa los fines de semana, ya compartíamos con mis padres, hasta que el día de mi cumpleaños del mismo año, el 2 de noviembre, llega al festejo con un peluche enorme que tenía un corazón que decía 'Te amo', me entrega el peluche y me abrazó tan fuerte que no fue necesario nada más para entender que algo maravilloso estaba comenzando”, relata.
La pareja fue discreta en el inicio de la relación por temor a la reacción de los tres hijos de Alfredo y de los padres de la novia por los 44 años de diferencia.
“Tiempo después, ya cuando el amor estaba bien consolidado y estábamos seguros que queríamos compartir nuestra vida juntos, él me dice que quería hablar con mis padres para solicitarles su permiso para llegar como novio y le dije que como personas adultas que somos y sabemos lo que queremos, tendríamos que comunicar nada más nuestra relación y me dijo él que las cosas se deben hacer como corresponde y habló con mi papá, quien sin problema aceptó y otorgó el permiso”, recuerda.
Tras cuatro años de noviazgo, la pareja afianzó su amor con el matrimonio. Se casaron el 2 de setiembre de 2011. “Nuestra felicidad se completó con la llegada de Guadalupe María de Jesús el 2 de diciembre de 2016, quien nació el mismo día del cumpleaños de Alfredo. Ella fue muy buscada, muy deseada y es el motor de nuestras vidas, vivimos por ella y para ella. Es la razón de nuestras vidas”.
Familia ensamblada
María Ana tiene una excelente relación con los hijos y nietos de Alfredo. “El aprecio es mutuo y sobre todo sincero, me encanta consentirles, una vez por semana generalmente los hijos de Alfredo vienen a casa a almorzar o cenar y en fechas especiales estamos todos juntos y pasamos muy bien. Ahora estamos más que felices porque se viene el primer bisnieto o bisnieta en camino, estamos ya ansiosos y esperando con mucha emoción”, cuenta.
“También la relación de Alfredo con mis padres y mi hermana es espectacular, fueron muy amigos y compinches con mi papá, lastimosamente hace 2 años papá falleció y Alfredo quedó como el papá de la familia”, prosigue.
María Ana hace hincapié en que la edad no importa “cuando hay amor verdadero, el respeto, la confianza y la comprensión son fundamentales para una relación armoniosa y feliz”.
Menciona que no es fácil por la diferencia de generaciones. “Pero tampoco es imposible; tenemos nuestras diferencias, discutimos como cualquier otra pareja, lo importante es alimentar y nutrir la relación, no permitir que la monotonía ni la rutina se impongan, las mismas labores de la casa compartimos, yo cocino, él pone las ropas a lavar o carga los cubiertos en la máquina para que se laven y el te amo no falta, siempre digo que no tenemos que ser mezquinos con lo que sentimos, tenemos que expresarlo”.
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