Pedro Gamarra Doldán
Ello hasta 1939, en que ella y el momento cultural fueron golpeados por el alzamiento del General Francisco Franco, que la va a gobernar, severamente, hasta su muerte en 1975.
De los pródigos escritores y artistas de la llamada Generación de 1927, surge la figura ya citada de Federico García Lorca, poeta, prosista, dibujante y genial dramaturgo.
De valiosa producción teatral, es Margarita Xirgu una destacada actriz e intérprete, que en vida del escritor, y ya fuera de ella, va a realizar la trascendencia de su vida y de la obra lorquiana, con sus lecturas e interpretaciones de poesía y, desde luego, teatrales.
Margarita Xirgu llegó a nuestro país en 1943, en pleno valor escénico suyo y de su grupo. En el Teatro Municipal (entonces todavía llamado Nacional) realizó puestas en escena lorquianas como Doña Rosita la Soltera”, teniendo todas ellas un amplio apoyo del público. No podría haber sido de otra manera.
Catalana como era, fue recibida en el Centro Catalá (Cerro Corá e Iturbe), y una valiosa foto de ella, con dedicatoria, pende en una de las paredes de la Biblioteca de dicha entidad.
Impulsor de su visita
Mucho tuvo que ver con su llegada, y su recuerdo la familia catalana, danesa y paraguaya Marés. En efecto, don Pedro Marés Inglés, hombre culto, amigo de la música nacional, se tornó representante de la república española en el exilio y ello hasta su muerte.
Su cargo, siempre con la república, fue recibido por su hijo Enrique Marés Lind, también culto, políglota, docente y musicólogo. Siendo presidente de Amigos del Arte, al ocurrir el óbito de la actriz Margarita Xirgu, en Montevideo en 1969, organizó en la Dirección de Turismo una velada en su homenaje: Leyeron poemas del poeta García Lorca (del gusto de Margarita Xirgu) Heddy González Frutos y Margarita Irún. Las palabras alusivas estuvieron a mi cargo.
Obra en el Banco de la Voz, de la Fundación Asunción (Gamarra-Pozzoli) la grabación de los versos del poeta granadino. La misma Fundación consiguió en 1994 que una calle de Asunción llevara el nombre de Enrique Marés, a su fallecimiento. Está en Villa Aurelia. Es corta, pero llena de árboles y flores, como le hubiera gustado al recordado don Enrique.
Teatro