14 jun. 2025

Mandela, ni rápido

Todavía recuerdo que el mundo no salía del espasmo que significaba la muerte de Lady Di (el último día de agosto del 97), cuando cinco días después se anunciaba que la madre Teresa de Calcuta también dejaba esta vida (el 5 de setiembre). Otra vez el mismo ritual: un mar de lágrimas, cables noticiosos con detalles de su vida y la adhesión casi unánime a la causa que defendía la fallecida.

Hace una semana falleció trágicamente el actor Paul Walker. Todavía no satisfacíamos nuestro morbo por la paradójica forma en que murió y a los cinco días ya las noticias nos sacudían con la partida definitiva de Nelson Mandela (el 5 de diciembre). Por supuesto, el ritual fue el mismo y las circunstancias de ambas muertes siguen el paralelismo que cité para el caso de Diana y Teresa.

En estos tres lustros, hay un nuevo medio que prácticamente consolidó el fenómeno globalizador y que no conocíamos cuando Lady Di y Teresa de Calcuta nos dejaron. Hablamos de las redes sociales; lo que vimos para el caso de ellas se magnifica como debajo de una lupa en el caso de Walker y Mandela. Estas redes nos permiten visualizar mejor la andanada de apologías para el recién muerto, aunque siempre hay un personaje inquieto y contrera que encuentra una mancha en la vida del nuevo santo. Ni los ídolos son perfectos.

Lo interesante del fenómeno es digno de un estudio psicológico y sociológico, en especial acerca de la relación que se tiene hacia unos ídolos tan lejanos para nosotros, pero que, sin embargo, al morir nos conmueven y nos llevan a identificarnos casi hasta el fanatismo con sus ideas y valores.

Ya vimos reacciones inverosímiles cuando Superman murió. A veces me pregunto qué pasaría de nosotros si Matt Groening decidiera que Homero Simpson muera. No menoscabo acá cual sea o haya sido la lucha de las personas de carne y hueso que mencioné.

Lo que me interesaba simplemente mencionar es cómo necesitamos cada vez más modelos de vida, sean de plástico construido con glamour lacrimoso, sean de arrugas curtidas en una lucha contra las injusticias del mundo.

No importa de dónde provengan ni lo que hagan realmente, solo queremos que sepan que los o las amamos mucho (aunque no sepamos realmente el porqué) y que cuando mueran, sea cual sea la circunstancia, algo de nosotros también morirá.