13 jun. 2025

Maestro

Por Enrique V. Cáceres Rojas
encaro@telesurf.com.py
El 30 de abril es el Día del Maestro. Cuando alguien recibe una reflexión tan profunda sobre una profesión tan ingrata como invalorada, no puede dejar de compartirla. Por tanto, la ofrezco a aquellas personas que dedican su vida al ejercicio de la verdadera maestría con vocación y dignidad. Y agradezco al doctor Jorge Darío Cristaldo, gran maestro, por su bello aporte que inserto en pasajes de esta columna. El docente se propone que el alumno aprenda, el profesor se propone que el alumno, además, piense. El docente enseña a analizar, el profesor enseña también a sintetizar. El docente conoce su materia, el profesor sabe su materia. El docente considera que la ciencia es estática, pero para el profesor la ciencia es dinámica. El docente pretende que el alumno responda correctamente, el profesor busca que el alumno pregunte correctamente.
El docente es neutral frente a la ciencia que enseña, el profesor está comprometido frente a la ciencia que imparte. El docente ve al estudiante como un buzón a ser llenado de conocimiento; el profesor, además, ve al alumno como un buzón de donde extraer nuevos conocimientos. El docente acentúa la práctica, pero ésta es variable; sin embargo, el profesor acentúa la teoría que es más estable.
El docente se informa en los libros; el profesor, además, se informa de la realidad. El docente piensa que conoce todo sobre su materia; el profesor piensa que sabe muy poco sobre su materia. El docente enseña el “qué” y el “cómo”; el profesor enseña también el “por qué” y el “para qué”. Ojalá nuestras escuelas, colegios y universidades tengan menos docentes y más y mejores profesores.
Pero, por encima del docente y del profesor está el maestro. Mientras el docente y el profesor enseñan con la palabra, expresada en forma oral o escrita, el maestro enseña con el testimonio de su propia vida. Los docentes y profesores tienen alumnos, pero el maestro tiene discípulos. Y son pocos los profesores que encarnan en su existencia los valores y los ideales de la ciencia que profesan. Por eso nuestros centros de enseñanza, en todos sus niveles, cuentan con pocos maestros.
Ser maestro es virtud generosa y por la educación que imparte, inserta a la persona en la sociedad. En la escuela y en la clase, el maestro establece alianza indefectible con cada uno de sus discípulos. Pero como clase y escuela son porciones de la sociedad, el maestro conjuga el universo de la cultura y es portador de las herencias culturales de una generación a otra. Y es así como el maestro expresa con sus enseñanzas la continuidad de la historia humana. ¡Felicidades a los verdaderos maestros!