Sin despegarse de la fotografía de su hija Diana y su nieta Melanie, dos de las 358 personas muertas en el siniestro, Francisca de Olmedo está presente en la mayoría de las convocatorias de las víctimas y familiares del Ycuá Bolaños. Esta vez estuvo acompañando la movilización frente al Palacio de Justicia. Con el rostro cansado de tanto trajinar, la mujer asegura que no se rendirá hasta conseguir justicia para ambas. Revivir los momentos de ese 1 de agosto de 2004 la llenan de nostalgia y asegura que cinco años de condena para tanto dolor causado es una vergüenza. “No puede ser que hayan perjudicado a tanta gente y que esto quede así". “Un día antes mi hija cumplió 33 años y ese 1 de agosto fue a hacer compras con mi nietita para la semana y no volvieron”, recordó la madre.
“No pido un pedazo de galleta porque no me sirve, ellos le quemaron a nuestros parientes, dicen que no fue su intención pero si los que murieron se fueron a comprar panes y azúcar y se cerraron las puertas, fue para resguardar todas las mercaderías”, manifestó.
La madre aseguró que es muy desgastante todo el proceso, pero que seguirá firme el tiempo que sea necesario. “Es muy desgastante y no es justo que nos jueguen de esta manera. Hubiera sido más creíble si por lo menos fueran quince años, pero cinco es una locura solamente en nuestro país puede suceder estas cosas”, reclamó. Recordó el momento de la sentencia de los jueces y dijo que “tiraron nuestros sentimiento por el suelo, ahora como vamos a confiar más en nadie, ¿esto significa que así nomás pueden matar a tu gente y después los asesinos caminen tranquilos por la calle?”, cuestionó.
“Quiero y necesito palpar la justicia para creer porque hasta el último momento confié solo para que derrumben nuestros ánimos”, lamentó.