14 jun. 2025

Lugo en su laberinto (2)

Por Adolfo Ferreiro

Ayer, en el programa radiofónico de Hugo Rubín, el senador liberal Juan Manuel Marcos respondió la pregunta ¿por qué Lugo?
Dijo que en la distribución de las fuerzas políticas con significación electoral hay un “reparto en tercios”: el oficialismo de los que tienen el Gobierno central, el liberalismo del PLRA y “el tercer sector”, compuesto por los partidos parlamentarios con caudal electoral como Patria Querida, Unace, Encuentro Nacional y País Solidario, más otros partidos de importante tradición como los comunistas, febreristas y democristianos, a los que se suman organizaciones sociales y políticas emergentes.
Lugo sería, para Marcos, el líder de ese “tercer sector” y lo puede representar como precandidato presidencial. Ve en Lugo el precandidato de ese “tercio” que puede unirlo al “tercio liberal”, transformando en fuerza electoral con altas posibilidades de victoria al segundo y tercer “sector” porque acumularía, más o menos, dos tercios de las fuerzas políticas y sus caudales electorales.
Seductora idea. No es la vulgar matemática que suma guarismos electorales, olvidada de que en política uno más uno no es necesariamente dos.
La idea obliga a algunas consideraciones que tienen que estar en las reflexiones del mismo monseñor Lugo.
La primera es que ese “tercer sector” lo acepte como su líder integrador y precandidato electoral único, lo que cambia de cuajo aquello de que la aceptación o no de Lugo es un problema del PLRA. Lo sería de Patria Querida, Unace, País Solidario, Encuentro Nacional, Tekojoja, febreritas, democristianos, comunistas, bloque socialista, etc., etc. Esta aceptación traería aparejado un total cambio del enfoque sobre la definición de la candidatura presidencial porque la aceptación de Lugo por todo el conglomerado significaría que los jefes de cada partido, grupo o sector, dejarían de ser precandidatos presidenciales y vicepresidenciales. Oviedo, Fadul, Filizola y cualquier otro deberían declinar toda pretensión y apoyar al monseñor. La consecuencia sería entonces que la discusión sobre la fórmula presidencial se limitaría a la opción entre el candidato del tercer sector conglomerado y el del PLRA.
Este camino llevaría a posicionamientos más racionales y con posibilidades de implementación en cualquiera de las formas rocambolescas que la legislación impone a la hora de designar candidatos. Soportaría que las candidaturas se convengan por acuerdo político u otro mecanismo antojadizo como el de padrones abiertos, cerrados, entornados o simulados.
La otra ventaja sería proveer a monseñor Lugo de un respaldo político y una estructura electoral sólida, confiable, armónica con las opciones reales de gestión gubernamental. Lo aliviaría de lo que hasta hoy pesa en demasía en su actuación: las improntas ideológicas, los prejuicios políticos y las neurosis particulares de los grupos pequeños y las figuras secundarias que lo rodean. Lugo, sólidamente respaldado y orientado por Unace, Patria Querida, Encuentro Nacional y País Solidario, podría ganarle al Partido Colorado, con unidad opositora, en yunta posible y viable con el PLRA. Lo que es más, si así se procediera, otro candidato también podría, porque la unidad racional y sólida no dependería de un hombre providencial sino de su propia naturaleza de organización superior por su calidad política.
Posibilitaría lo que los otros participantes del panel, Euclides Acevedo y Bernardino Cano Radil, señalaron: debe construirse la alternativa con identidades integradoras, con conceptos centrales de democracia y República, entendiendo que al gobernar habrá que ocuparse de nuestra inserción en el capitalismo moderno y no en la persecución de sueños de inspiración mística y de folclore subdesarrollado.
La alternativa que podría ofrecer la unidad del segundo y el tercer sector tendría que ser un serio y prudente proyecto reformista, más profundo y revolucionario que los delirios minoritarios que pueden y deben inspirar pero que son insuficientes para gobernar.

adolfo.ferreiro@gmail.com