22 ene. 2025

Los cambios en el Gabinete generan poca expectativa

El Poder Ejecutivo ha procedido a mover piezas dentro de su Gabinete y en importantes entes estatales. A juzgar por la experiencia y por las evidencias, estos cambios no vislumbran un mejoramiento de la administración en las instituciones afectadas.

En primer lugar, lo que se percibe detrás de las destituciones y renuncias forzadas es la existencia de una motivación electoral, en el marco del desesperado intento por conseguir apoyo político para tentar la reelección presidencial. Es sabido que los números no cierran en el Congreso para proceder a una enmienda o a una reforma constitucional. En consecuencia, se debe apelar al reparto de cuotas de poder.
En segundo término, algunos cambios se pueden interpretar como el resultado de una política económica errática e irresponsable.
Es inconcebible que en un país eminentemente agrícola-ganadero, en tres años y cinco meses, por el Gobierno hayan tenido que pasar nada menos que cinco ministros de Agricultura y Ganadería.
Pero este manejo displicente y carente de objetivos a largo plazo no es atribución exclusiva de la actual Administración. Todos los Gobiernos colorados, desde la caída de la dictadura en 1989, han actuado de la misma manera. Tal es así que, en 18 años, 17 ministros han pasado por la cartera de Agricultura y Ganadería, entre agrónomos, veterinarios, químicos, técnicos, políticos, hasta opositores.
En esta oportunidad, escuetamente, se ha alegado que, tras una evaluación, el Presidente de la República concluyó que la gestión no conforma.
Puede que sea así, pero después de cuatro ministros que no han llenado las expectativas, el problema evidentemente no está en los hombres. Hay que empezar a mirar el proyecto, el modelo e incluso la propia administración gubernamental.
Hace tiempo que se viene advirtiendo sobre el agotamiento del modelo agrario del país. Las consecuencias están a la vista con la migración masiva de campesinos a las grandes ciudades, con el consabido surgimiento de los cinturones de marginalidad y el aumento de la delincuencia. Sin embargo, las acciones gubernamentales –no se percibe la existencia de políticas definidas– no son duraderas.
Los nuevos cambios en el Gobierno están a la vista. Solo el tiempo dirá si son más de lo mismo o si en realidad se ponen a la altura de las exigencias de un país que requiere de sus mejores hombres para superar las deficiencias y lacras.