Por Nicolás Misculin,
de REUTERS
Buenos Aires-Argentina.
Con piernas temblorosas y a veces ayudadas por un bastón, pero con la misma determinación de hace 30 años, cuando desafiaron a la feroz dictadura argentina, las Madres de Plaza de Mayo siguen marchando.
A paso lento, con las cabezas cubiertas por sus pañuelos blancos, decenas de madres de desaparecidos realizaron esta semana, como en los últimos 1.562 jueves, una ronda en la emblemática plaza de Buenos Aires, aún reclamando castigo a los represores del gobierno militar.
Pero su lucha no se limita actualmente a la búsqueda de verdad y justicia sobre los delitos contra la humanidad cometidos por la dictadura, objetivos que en parte creen cumplidos por el gobierno del presidente Néstor Kirchner, sino que se extiende a las desigualdades sociales del presente.
Muchas Madres consideran que al combatir las injusticias actuales están continuando la labor que comenzaron sus hijos.
“Ellos (sus hijos) no pudieron conseguir un país mejor, sin pobres, con dignidad, con trabajo. Las madres, a la distancia, hemos continuado lo que ellos han dejado”, contó con hablar pausado Marta Vásquez, de 81 años, presidenta de la Línea Fundadora de Madres de Plaza de Mayo.
En 1986, luego de algunas discusiones internas, las Madres de Plaza de Mayo se dividieron, aunque las dos facciones mantuvieron sus reclamos por justicia.
Pero mientras que la denominada Línea Fundadora centró sus esfuerzos en esclarecer el pasado, la Asociación Madres de Plaza de Mayo se convirtió en un actor político de peso, dando su apoyo a movimientos sociales o atacando a dirigentes e instituciones políticas, militares y hasta religiosas.
“Los juicios se los dejamos a los abogados y comenzamos hace más de 15 años con los movimientos sociales. Mientras haya niños que se mueren de hambre y tanta injusticia, la plaza (de Mayo) es indispensable”, explicó Hebe de Bonafini, de 79 años, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo.
Su última gran intervención política fue la organización de un masivo acto en el que compartió el escenario con el líder venezolano Hugo Chávez, en momentos en que su mayor enemigo político, George W. Bush, visitaba la vecina Uruguay.
La dictadura que gobernó Argentina, entre 1976 y 1983, está acusada de torturar y asesinar a cerca de 30.000 personas, cuyos cuerpos, en su gran mayoría, continúan desaparecidos. Muchas de ellas fueron adormecidas y arrojadas vivas al mar, en los llamados “vuelos de la muerte”.
La cúpula de la dictadura fue enjuiciada y encarcelada tras el retorno de la democracia, pero indultos y leyes de perdón posteriores dejaron a la mayoría de los represores libres.
Kirchner, desde que asumió en el 2003, empujó la anulación de las leyes de perdón en el Congreso, una decisión luego ratificada por la justicia, lo que permitió la reapertura de las investigaciones con cientos de detenidos.
LOS COMIENZOS. A diferencia del presente, cuando en cada marcha se ven rodeadas de turistas, periodistas y del afecto de la gente, durante la dictadura cada reunión de las Madres de Plaza de Mayo implicaba el riesgo de morir.
“Nos llevaban presas, nos pegaban, veníamos con peluca para que no nos identificaran”, relató Bonafini.
La fundadora de la agrupación, Azucena Villaflor, fue secuestrada y asesinada en 1977.
Además de aplicar electricidad, deshollar o violar a sus víctimas, muchos represores están acusados por el robo de bebés nacidos en los centros de detención.
“Mi hija y su esposo fueron desaparecidos en 1976 y ocho años después yo todavía pensaba que iban a volver. No podía pensar que los habían torturado y que habían pasado lo que nos contaban que pasaron otros”, expresó Vásquez, quien todavía busca a un nieto que su hija habría dado a luz en cautiverio.
El presente y el futuro
La primera vez que las Madres asistieron a la Plaza de Mayo, que está ubicada frente a la casa de gobierno, fue para llevarle una carta al ex dictador Jorge Videla en la que le pedían por sus hijos, ya que entonces pensaban que el mandatario nada tenía que ver con las desapariciones.
“Nos fuimos quedando (en la plaza) y fuimos llamando a otras madres. Hasta que un día vino un policía y dijo ‘acá hay estado de sitio, caminen’, nos empezó a pegar y empezamos a caminar en círculo”, dijo Hebe Bonafini.
A partir de ese 30 de abril, las Madres de Plaza de Mayo nunca dejaron de realizar su marcha semanal.
“Este delito de la desaparición forzada provoca un dolor permanente. Al no saber qué pasó con ellos, dónde los llevaron, qué hicieron. Yo trato de no pensar mucho, porque si no la amargura y el dolor son muy grandes”, dijo Marta Vásquez.
Pero todo el sufrimiento que padecieron las Madres de Plaza de Mayo les dio fuerza para emprender nuevas luchas.
“Nosotras decimos que nuestros hijos nos parieron porque (...) cuando ellos desaparecieron nacimos nosotras, como madres combativas, radicalizadas, con mucho dolor y bronca, pero con mucha lucha”, manifestó Bonafini.
La vehemente líder de la Asociación Madres de Plaza de Mayo explicó que, entre otros emprendimientos, la entidad fundó una Universidad, y tiene una radio, una imprenta, un periódico, tres comedores y un jardín maternal.