Ese enfrentamiento terminó en 1989 con la caída del muro de Berlín y el desplome del comunismo. El profesor de Harvard Francis Fukuyama publicó entonces el polémico libro , afirmando que a partir de ese momento el mundo viviría un largo periodo de paz, bajo el modelo de democracia política y de libertad económica. Pero en ese momento de euforia muy pocos pensaban que en las sociedades occidentales se estaban incubando diversos temas que iban a crecer y a constituirse en los conflictos que dividirían a los países y a las sociedades en el siglo XXI.
Un tema que hoy genera división es el “nacionalismo”, que siempre estuvo presente en todas las sociedades, pero que en un siglo XXI de internacionalización de los mercados, de la producción y de la cultura, resurge como la única fuerza que puede oponerse a la “globalización”.
Los movimientos nacionalistas son cada vez más fuertes en diversos países, como en Inglaterra, Alemania, Italia y Brasil, por citar algunos. Pero este movimiento nacionalista ha alcanzado su máxima expresión con la llegada de Donald Trump a la presidencia del país líder de la globalización, los Estados Unidos. Esa es la razón por la que hoy el mundo está pasando de la globalización al nacionalismo, del libre mercado al proteccionismo y del multilateralismo al bilateralismo.
Otro tema que hoy genera división es la aparición del ecologismo, también llamado movimiento verde o ambientalista. Este movimiento prácticamente no existía hasta finales de la década del 60, pero a partir del desplome del comunismo en 1989 muchos partidos de izquierda, especialmente de Europa, cuya causa principal era la defensa de la clase obrera, pasaron a defender el medioambiente. Estos partidos de izquierda, sumados a organizaciones no gubernamentales, han impulsado en las Naciones Unidas y en los diferentes países resoluciones, leyes y acuerdos de protección ambiental, que ahora se constituyen en uno de los frenos a la producción capitalista.
El tercer tema que hoy genera división constituye el movimiento de liberación sexual, que toma fuerza en la década del 60 con la aparición de la píldora anticonceptiva que trajo consigo la liberación sexual de la mujer, y que después se profundizó con el mayo francés de 1968 en Europa, con el movimiento hippie en los Estados Unidos y con la oposición a la guerra de Vietnam en todo el mundo. Los eslóganes de “hay que hacer el amor y no la guerra” y “prohibido prohibir” dieron origen a la revolución sexual que hoy vivimos, que desea legalizar y no discriminar cualquier tipo de relación y comportamiento sexual, desde las prematrimoniales, las homosexuales, las parejas de hecho, las uniones civiles, la legalización del aborto, etc.
Con la caída del muro de Berlín en 1989 muchos pensaron que el mundo iba a vivir un largo periodo de paz y prosperidad, pero hoy vemos que no ha sido así, porque el enfrentamiento ideológico entre las dos superpotencias fue reemplazado por un enfrentamiento entre los partidarios de la globalización y los nacionalistas, entre los partidarios del cuidado del medioambiente y los productores y entre los defensores de los valores tradicionales de Dios, patria y familia y los partidarios de la libertad sexual. Hoy existe una grieta que divide profundamente a las sociedades e incluso a las familias, entre los partidarios de un sector o del otro.
No existe el peligro de un enfrentamiento nuclear entre dos grandes potencias como en la Guerra Fría, sino que existe el peligro de la anarquía y de la fragmentación social. Eso está ocurriendo en los países desarrollados, en los países en vías de desarrollo y, por supuesto, en nuestro Paraguay.