El Informe Regional de Desarrollo Humano 2021 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo señala que la región se encuentra atrapada en una doble trampa de desigualdad persistentemente alta y baja productividad, y a la vez examina las diferentes dinámicas que crean esta trampa.
En particular, destaca cómo las desigualdades que conducen a la concentración del poder en manos de unos pocos pueden distorsionar las políticas públicas en formas que perpetúan los patrones de desigualdad existentes y obstruyen la productividad, incrementando cada vez más el número de ciudadanos inconformes.
La publicación también destaca el importante rol que están cumpliendo los sistemas de protección social universales, inclusivos y fiscalmente sostenibles.
Estos favorecen el crecimiento y la productividad porque ayudan a prevenir la segmentación del mercado laboral, brindan a los hogares una protección predecible y confiable frente al riesgo y redistribuyen el ingreso hacia los grupos de menores ingresos.
El aporte de este importante informe radica en la incorporación de la dimensión política en la mirada de la relación entre la desigualdad y el crecimiento económico. Las desigualdades económicas se reproducen y acumulan gracias al extralimitado poder de las élites que influyen en las políticas públicas sesgando las mismas hacia sus objetivos particulares y limitando los beneficios para la mayoría.
Por otro lado, la existencia de monopolios en los mercados tiene múltiples vías de profundización de las desigualdades y de obstaculización del crecimiento.
Los consumidores terminan pagando precios más altos por bienes y servicios de lo que pagarían en condiciones de competencia. La ausencia de competencia crea incentivos para operar con tecnologías ineficientes y reduce la inversión en innovación. Las rentas de monopolio se traducen en un poder político que, a su vez, aumenta el poder de monopolio creando un círculo vicioso.
Esta dinámica se traduce finalmente en el descontento ciudadano. Paraguay se ubica como el país de la región de peor percepción ciudadana sobre el rol del Estado en la desigualdad. El 95% de los consultados opina que en nuestro país se gobierna en beneficio de unos pocos.
Este sentimiento no contribuye a la legitimidad social y política, al contrario, es una fuente de conflictividad que es sumamente destructiva para el sentimiento de pertenencia.
Es decir, en Paraguay, la gestión de las políticas públicas no solo niega derechos generando sufrimientos extremos a la población, sino que los privilegios que genera se traducen en desigualdades objetivadas en las estadísticas y en un fuerte malestar social.
Nada de esto es bueno para el crecimiento económico, tan necesario para generar empleos e ingresos en las familias y recursos tributarios que financien los servicios públicos que necesita la gente y pagar la deuda.
Tal como señala el informe, estamos en una trampa sumamente difícil de salir.