Ayer la escalada al cerro Yaguarón –en el departamento de Paraguarí– se hizo esperar durante la mañana debido a la intensa lluvia. Luego del mediodía, una vez que cesó el temporal, cientos de fieles iniciaron el trayecto hacia la cima, de unos 150 metros de altura. Algunos subían solo por distracción y llegaban exhaustos. Otros –a quienes se los veía más fortalecidos– explicaron que lo hacían como agradecimiento por algunos favores concedidos “por la cruz”.
Pese a que el camino se encontraba resbaloso, luego de la intensa lluvia caída en la zona, Buenaventura López de 85 años desafió la altura para llegar hasta el Oratorio Gamarra, ubicado en la punta de la elevación rocosa.
Desde niña, Buenaventura siguió la tradición de subir cada Viernes Santo; esta vez lo hizo para agradecer “por la familia y la salud, porque gracias a eso estoy acá", comenta. Seguidamente nos muestra a sus acompañantes, los integrantes de las tres siguientes generaciones de la familia López, entre ellos, el menor de todos, Ezequiel, de 3 años.
La pérdida de la vista en uno de sus ojos no la desanimó y caminó desde la compañía Guayaivyty distante a un kilómetro y medio para luego empezar la arribada por la sinuosa elevación.
“No estoy cansada, me siento bien aunque digo ‘esta es la última vez’ pero siempre vengo al año siguiente”, comenta orgullosa. Luego de una caminata de media hora, la mujer se dispone a bajar para asistir a la misa de la tarde en el templo San Buenaventura.
“Antes que pedir yo vengo a agradecer porque esta cruz es milagrosa, con fe se logran muchas cosas”, agrega Leoncia López, una de las hijas de Buenaventura.
COMERCIO. En la cima del cerro, las prácticas religiosas se mezclaban con el comercio y la diversión. El lugar estaba copado por un sinfín de vendedores ambulantes, que ofrecían desde devedés y coloridos muñequitos de esponja, hasta todo tipo de comestibles y bebidas alcohólicas.
Francisca Azcurra, de la compañía Santa Librada, montó un pequeño puesto de venta de tereré en medio de las rocas. “Tengo remedio, agua o hielo, lo que el cliente pida; pueden llevar el equipo de tereré mientras estén por acá", explica. Desde hace tres años decidió trasladar sus productos hasta la cima porque allí es donde la gente siente más sed y aumenta la venta.
Bajo techo
La ceremonia del ascenso al cerro para el vía crucis fue trasladado hasta los amplios corredores del templo San Buenaventura debido a la inclemencia del tiempo (foto).
La celebración estuvo acompañada por decenas de feligreses y contó con la participación de los estacioneros de la 1ª y 2ª compañía Costas de Paraguarí. Inocencio León de 43 años recordó sus primeros pasos como estacionero, cuando tenía 10 años de edad y lamentó que en la actualidad los jóvenes ya no se ofrezcan como voluntarios para continuar la tradición. “Antes se le daba más importancia ahora ya no es lo mismo, faltan jóvenes para que esto tenga continuidad”, manifestó preocupado. “Llevar nuestro canto es una muestra de nuestra fe cristiana, por eso estamos acá", aseguró.