Las pérdidas calculadas en torno a cada hectárea de producción agrícola afectada por la sequía del periodo productivo del verano 2021/2022 rondan los USD 400; lo que extendido a la exportación de granos se eleva a USD 3.000 millones y un impacto negativo para el PIB del 5%, según explicó el economista Manuel Ferreira, en una disertación de anoche.
Presentó así un documento, titulado Paraguay, impactos económicos y sociales de la sequía, que analiza la dinámica de la economía paraguaya a partir de uno de los fenómenos climáticos críticos más adversos para la agricultura de los últimos 25 años: la sequía del periodo productivo del verano 2021/2022. Fue elaborado por MF Economía e Inversiones SA, bajo la revisión técnica de la Unión de Gremios de la Producción (UGP) y el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
El estudio fue presentado a miembros de la Cámara Paraguaya de Exportadores y Comercializadores de Cereales y Oleaginosas (Capeco), y enfatiza en que muchos acopiadores y plantas manufactureras quedaron paradas, ya que no se les proveyó de materias primas; mientras que el dólar está actualmente presionando a la suba, por la escasez relativa de productos, “lo que significa mayor intervención del Banco Central del Paraguay y mayor costo de la política monetaria”, según explicó Ferreira.
Con respecto del costo social, el experto destacó que gran parte de la protesta actual del sector camionero está vinculada no tanto por el interés de bajar el precio del combustible, sino porque hay mucha menos carga que antes de la sequía.
“Si se pierden 26 toneladas de carga por cada flete que deja de funcionar, y si la producción en general cayó 6,5 millones de toneladas, es fácil imaginarse que existen también muchas pérdidas para el sector transportista”, dijo al tiempo de mencionar que un camionero tiene normalmente entre 2 y 3 fletes semanales; en tanto que ahora tiene suerte si logra un trabajo quincenal.
Con relación al escenario internacional, manifestó que hubo un desajuste en toda la cadena de suministros, a lo que se sumó el incremento de la demanda posteriormente, lo que generó inflación en ciertos precios, más el impacto de la guerra.
Lo último generó –según mencionó– la reacción de los bancos centrales con incremento de las tasas de interés.