Las aerolíneas que llegan siguen siendo pocas, la frecuencia de vuelos insuficiente, tanto para pasajeros como para carga, y la atención a los usuarios es deficiente. Se está dilapidando tiempo y perdiendo oportunidades de negocios. Los inversores que quieran venir a observar las condiciones del país tropiezan con dificultades y las mismas empresas locales continúan con problemas, ya sea para movilizar a sus ejecutivos o para exportar productos.
La continuidad de esta situación hará que definitivamente salgamos del circuito aéreo internacional –si es que ya no lo estamos–, con la correspondiente carga negativa para el país.
Por ejemplo, desde hace dos años, se habla de convertir a Paraguay en un centro de distribución de vuelos de pasajeros y de carga del Mercosur, pero hasta ahora no hay pasos concretos para viabilizar este proyecto.
El país, por su ubicación estratégica, clima, costo de vida y mano de obra, reúne las condiciones para erigirse en un punto neurálgico de la región.
La idea de los directivos de la Dirección Nacional de Aeronáutica Civil (Dinac) es buena y sería muy beneficiosa, pero no se percibe que forme parte de las prioridades ni tenga un fuerte acompañamiento del Gobierno central.
Existen muchas instituciones del Estado que trabajan bien, pero luchan de manera aislada, produciendo un resultado ínfimo para las necesidades de la República. Sin un trabajo coordinado el esfuerzo se pierde.
La atención del Poder Ejecutivo hace tiempo está distraída en objetivos políticos que atañen exclusivamente al interés personal del presidente de la República. Es tiempo de pensar en el país, y la reactivación de la aviación comercial debe incluirse entre las prioridades.
Se ha reiterado hasta el cansancio que la aviación civil es un factor importante de desarrollo y que debe formar parte de toda estrategia geopolítica de un país. No contar con un plan aeronáutico eficaz, especialmente cuando se es un país mediterráneo, implica postergar el progreso y someterse a un cuasiaislamiento.