EFE-ÚH
La izquierda latinoamericana, que sigue viviendo sobresaltos con los informes sobre el estado de salud del líder cubano, Fidel Castro, está sin embargo muy fortalecida en el inicio del año 2007, pese a las diferencias de talante entre sus líderes y sus diversas posiciones ante EEUU.
En el 2006, sectores de izquierda o centroizquierda emergieron victoriosos de las urnas en Chile, Brasil, Perú, Costa Rica, Nicaragua, Ecuador y Venezuela, mientras que los conservadores solo ganaron en México y Colombia, aunque con un fuerte avance del campo izquierdista.
Esa nueva izquierda latinoamericana no es un bloque monolítico y los analistas la dividen en tres corrientes que tienen la preocupación con los asuntos sociales como denominador común, pero se diferencian por sus visiones de la economía y la política internacional.
El más “duro” de esos bloques lo conforman el cubano Fidel Castro, el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales, que encarnan la más férrea oposición a la Casa Blanca y aún hablan de “revolución” y “socialismo” en el siglo XXI.
El líder cubano delegó el poder en su hermano Raúl el 31 de julio, tras asistir a una cumbre del Mercosur y aquejado por una enfermedad tratada como “secreto de Estado”, por la que no pudo estar presente en los actos del 50 aniversario del desembarco del “Granma” y la fiesta por los 80 años que cumplió el 13 de agosto.
AGUAS CALMAS. Pese a que durante décadas se temió por el “día después” de la ausencia de Fidel Castro, en Cuba nada ha cambiado por ahora y la transición navega por aguas calmas, solo agitadas por las dudas sobre el estado del máximo líder de la “revolución”.
Con la ausencia de Castro, Chávez se ha fortalecido como portavoz de ese sector duro de la izquierda latinoamericana y su reelección llevará, como él mismo ha anunciado, a una “profundización” del proceso “bolivariano” y a la construcción de lo que denomina el “socialismo del Siglo XXI”.
Cercanos a esa línea radical de la izquierda parecen situarse los presidentes de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Ecuador, Rafael Correa, aunque ambos son, por ahora, una incógnita, pues de momento han mantenido un tono más moderado, sobre todo hacia Estados Unidos.
Esa moderación puede acercarlos al brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el argentino Néstor Kirchner, la chilena Michelle Bachelet y el uruguayo Tabaré Vázquez, todos con políticas de agudo acento social, pero ajenos al “neomarxismo” del “eje del mal” en América Latina que, según Washington, encarnan Cuba, Venezuela y Bolivia.
Más cerca del centro, aunque con posiciones políticas afines a la vieja socialdemocracia, se encuadran el panameño Martín Torrijos, el dominicano Leonel Fernández, el peruano Alan García, el paraguayo Nicanor Duarte y el costarricense Óscar Arias.
A pesar de las discrepancias entre sus líderes, este amplio bloque de izquierdas supone un dolor de cabeza para el gobierno del presidente estadounidense, George W. Bush, cuya influencia política en América Latina ha mermado con fuerza en los últimos años.
El propio Bush se ha encontrado con varias pruebas de que la opinión de Washington ya no vale tanto en lo que muchos llamaban despectivamente el “patio trasero”.
En Mar del Plata se archivó el ALCA
En el 2003, casi toda América Latina se opuso a la guerra en Irak. En la Cumbre de las Américas, celebrada en la ciudad argentina de Mar del Plata, quedó prácticamente archivada la iniciativa del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), pese a los esfuerzos de la Casa Blanca.
Sus principales aliados hoy son los gobiernos conservadores de Colombia y México, pero en las elecciones celebradas este año en ambos países hubo un notorio avance de la izquierda, que ha pasado a ser protagonista de primer orden.
En Colombia, el Polo Democrático Alternativo, liderado por Carlos Gaviria, se ha consolidado como una alternativa de poder y, junto con el descalabro liberal, estableció una nueva correlación de fuerzas en un país inmerso desde hace 50 años en un grave conflicto interno.
En México, los incidentes durante la investidura de Felipe Calderón, que derrotó en polémicas elecciones al izquierdista Andrés López Obrador, parecen vaticinar tiempos difíciles, en los que la izquierda surge como posible fiel de la balanza política.