EFE-AP
Roma
Las alusiones a las mujeres se hicieron tanto en la homilía de la Pasión del Señor, celebrada en la Basílica de San Pedro del Vaticano, como en las meditaciones del vía crucis, que recorrió como es tradicional el Coliseo de Roma.
Miles de personas, entre católicos, peregrinos y turistas, siguieron al Papa en el vía crucis con el que los católicos conmemoran las etapas que Jesús de Nazaret hizo desde su oración en el Huerto de los Olivos hasta el monte del Gólgota, donde fue crucificado.
En cada una de las catorce estaciones que componen el vía crucis se leyó una meditación referida a esos pasajes del calvario de Cristo, que sirvió de ejemplo para explicar el sentido literal o metafórico de la vida cristiana.
Así, por ejemplo, en la novena estación se representó el encuentro de Jesús de Nazaret con las mujeres de Jerusalén que, según monseñor Gianfranco Ravasi, autor este año de las meditaciones, significa que “numerosas madres, hijas y hermanas estuvieron en torno a Jesús, hasta su última hora”.
HUMILLADAS Y VIOLENTADAS. Trasladado a la sociedad actual, según Ravasi, el pasaje religioso recuerda a “las mujeres humilladas y violentadas, las marginadas y sometidas a prácticas tribales indignas, las mujeres con crisis y solas ante su maternidad, las madres judías y palestinas, y las de todas las tierras en guerra, las viudas y las ancianas olvidadas por sus hijos”.
Pero esa no fue la única referencia a las mujeres ayer, ya que el predicador de la Casa Pontificia, el franciscano capuchino Raniero Cantalamessa, les dedicó toda la homilía en la Pasión del Señor.
MADRES CORAJE. Alabó el hecho de que estuvieran hasta la muerte con Jesús de Nazaret y destacó que fueron ellas las primeras en verle resucitado.
“Con cierta condescendencia masculina”, los Evangelios “les llaman ‘las pías mujeres’”, dijo Cantalamessa, que añadió: “pero son mucho más que unas ‘pías mujeres’, son ‘Madres Coraje’”.
Por ello, Catalamessa expresó su esperanza de que “se abra finalmente para la humanidad una era de la mujer”, a la que atribuyó un papel relacionado con los sentimientos al afirmar que se trata de “una era del corazón, de la compasión”.
El predicador destacó que “la experiencia cotidiana” demuestra que “la mujer puede elevarnos” y “contribuir a salvar nuestra sociedad de algunos males inveterados que la amenazan: violencia, voluntad de poder, aridez espiritual, desprecio de la vida...”
No obstante, advirtió que la mujer: “también nos puede precipitar”, momento en el que criticó el feminismo.
Durante la procesión, Benedicto XVI sostuvo una cruz grande en la primera y última estación del vía crucis.
Mensaje para los que sufren
Benedicto XVI, que llevó la cruz en la primera y la última estación durante el vía crucis, pronunció unas palabras en las que invitó a ver reflejado en el sufrimiento de Jesús “a todos los que sufren en el mundo”.
“Es está la profunda intención de la oración del vía crucis; la de abrir nuestro corazón, la de ayudarnos a ver con el corazón”, dijo el Papa.
Y añadió: “los padres de la Iglesia han considerado como el más grande pecado del mundo pagano su insensibilidad, la dureza de su corazón”.
Abandono de ancianos y enfermos
Monseñor Gianfranco Ravasi, encargado de las meditaciones del vía crucis, denunció en estas el abandono y el aislamiento en que viven muchos ancianos y enfermos.
Ravasi, prefecto de la Biblioteca-Pinacoteca Ambrosiana de Milán, señala en sus meditaciones que por ejemplo, el beso de Judas, considerado un traidor a Jesús de Nazaret, sirve para describir la “traición que engendra el abandono y el aislamiento”.
“Es la experiencia dolorosa de tantas personas que también en esta hora en que nos encontramos aquí reunidos, al igual que en otros momentos del día, están solas en una habitación, ante una pared desnuda o ante un teléfono mudo, olvidados por ser viejos, enfermos, o extranjeros o extraños”, se leyó en la meditación.
La frase
“Las mujeres para afirmar su dignidad han creído necesario, a veces, asumir comportamientos masculinos o minimizar la diferencia de sexos, reduciéndola a un producto de la cultura.”
Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia.