Reuters
Washington
Los senadores demócratas estadounidenses están en vilo, ya que el crítico estado de salud de uno de sus correligionarios podría hacerles perder su reducida mayoría en la Cámara Alta.
El senador demócrata de Dakota del Sur, Tim Johnson, estaba en condición crítica pero estable tras someterse a una delicada cirugía cerebral debido a un derrame interno potencialmente mortal.
Aunque los doctores dijeron ayer por la tarde que Johnson no necesitaba una cirugía adicional y estaba teniendo una recuperación sin complicaciones, el portavoz del legislador advirtió que eso podría cambiar y que las próximas 24 o 48 horas eran un periodo “crítico”.
Varios expertos médicos aseguraron que Johnson tenían buenas posibilidades de recuperarse, pero las noticias sobre su enfermedad cerebral sacudieron al Capitolio y provocaron preocupación acerca de lo que podría pasar con el equilibrio de poder en el Congreso si el senador muere o renuncia.
Los demócratas arrebataron el control de las dos cámaras a los republicanos, copartidarios del presidente George W. Bush, en las elecciones parlamentarias del mes pasado, pero en el Senado la mayoría fue de un ajustado 51-49.
Si el senador Johnson, de 59 años, dejara su cargo, los republicanos podrían recuperar el control del Senado, al dejar al vicepresidente Dick Cheney en la posición clave de tener que decidir los empates.
“Estamos rezando para que haya una recuperación total, confiamos en que será así", declaró a la prensa el líder demócrata en el Senado, Harry Reid.
EN ESTADO CRÍTICO. El médico del Capitolio John Eisold dijo que el senador fue operado de una enfermedad poco frecuente y normalmente mortal, y que está en estado crítico.
Johnson, que ya fue operado de la próstata en el 2004, fue trasladado el miércoles al Hospital Universitario George Washington con síntomas similares a los de un ataque al corazón tras una entrevista en la que se mostró desorientado y no articuló bien las palabras.
Si el senador tuviera que ser sustituido, la ley del estado de Dakota del Sur dice que el gobernador, el republicano Michael Rounds, tendría que elegir a alguien para cumplir los últimos dos años del mandato de seis. Las elecciones para sucederle se realizarían en noviembre del 2008.
Si Rounds nombra a un republicano, eso dejaría el Senado con un empate a 50, y Cheney, que preside el Senado, rompería cualquier empate, lo que daría la mayoría a los republicanos.
De este modo, el partido de Bush podría seguir decidiendo el programa político del Senado, dificultando las esperanzas de los demócratas de aumentar su influencia sobre las políticas del presidente.