Por Andrés Colmán Gutiérrez
En Twitter: @andrescolman
Ataviada con un coqueto sombrerito blanco en la cabeza, la pequeña Ailana Thais sonríe en la foto y su sonrisa contagia luz, ternura, alegría. Vestida de negro y con unos anteojos oscuros que ocultan las lágrimas, Analía Etcheverry se abraza a esa foto, a esa sonrisa, a ese recuerdo luminoso.
“Quiero recordarla así a mi única hijita. Durante el corto tiempo de vida que me tocó compartir con ella, Ailana fue muy feliz y también nos trajo mucha felicidad”, dice Analía, mientras se seca las lágrimas y trata de sonreír.
Este será su segundo Día de la Madre, el primero sin Ailana, y ella sabe que le va a resultar muy difícil. Su hija tenía apenas un año de vida, que cumplió el pasado 27 de febrero, y lo celebró con la misma sonrisa radiante, contagiando de felicidad a toda su familia. Pocos días después, un accidente hogareño hizo que la pequeña fuera afectada por la bacteria estafilococos aureus, que le causó septisemia y la internaron en terapia intensiva.
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SER MAMÁ. Fue durante esos 45 días en que Ailana Thais estuvo internada, cuando Analía conoció a fondo lo que significa ser mamá, aferrada a cada signo de esperanza que le permitía pelear por la salud de su hija.
En un pasillo del Hospital Central del IPS, cuando fue a buscar alimentación parenteral, conoció a Leticia Sánchez, la mamá del niño Josías Britos, que se desvivía esperando un donante de corazón para su pequeño. En medio de su propio dolor, esa historia también le tocó el alma.
“Cuando me contaron que mi hija estaba con muerte cerebral y ya no había esperanzas de cura para ella, me enteré del caso de Anita, la niña que murió porque no hubo donantes que le dieran un corazón. Entonces, no lo pensé dos veces: decidí donar los órganos de mi hija, porque sabía que así ella seguiría dando vida a otros niños, seguiría dando luz”, relata Analía, con la voz quebrada.
Ella quería que el corazón sea para Josías, y la casualidad -o alguna fuerza superior- hizo que existiera compatibilidad, y todo se diera como en un milagro. Hoy la sonrisa de Josías -en proceso de recuperación- se suma a la sonrisa de Ailana, en el corazón de su mamá.
CONEXIÓN. Analía despierta sobresaltada y dice “algo le está pasando a Josías”. Después, tras conversar con Leticia, comprobará que, efectivamente, el niño tuvo un momento delicado.
“Es muy extraño, pero yo siento como que hay una conexión. Como si la fuerza y la luz de Ailana estén actuando, y eso me hace bien, saber que una parte de mi hija está en Josías y en otros niños. Por eso les digo a todas las personas, que no tengan prejuicios en ser donantes de órganos. En Paraguay hace tanta falta, y aunque perdamos a nuestros seres más queridos, estamos ayudando a que otros sigan viviendo”, sostiene.
Analía es diseñadora gráfica e imparte clases en la Universidad Nacional. En estos días busca reorganizar su vida y no se cierra a la posibilidad de volver a ser mamá. “Haber tenido a mi hija fue lo más lindo que me pasó. Por ella, debo continuar”, se propone.
<em>¿Cómo hago para ser donante?</em>
Sumando su aporte a la importancia de la donación de órganos, en la página digital http://www.regalemosvida.com.py/convertite-en-donante.php puede encontrar los pasos a seguir para ser donantes.
Cuentan con un formulario el cual una vez llenado, agiliza el proceso. Ese documento debe ser llevado hasta las oficinas del Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT). Allí, se procede a dar el carnet que identifica a los donantes.