El muy denostado ambiente de la política nacional recibió ayer una bocanada de aire renovador, al confirmar Fernando Lugo –uno de los exponentes más claros del ala progresista de la Iglesia Católica paraguaya– su renuncia a la vida sacerdotal para iniciar una nueva etapa de su vida, esta vez encaminada por la senda de la política.
El anuncio del ex religioso de su decisión de ingresar al terreno político para encabezar una concertación que busque desalojar al Partido Colorado del poder pone fin, también, a un tiempo de indecisiones e incertidumbres respecto del futuro de Lugo y clarifica el panorama con miras a los comicios presidenciales del 2008.
El ingreso de nuevos actores al cenagoso terreno de la política permitirá, sin dudas, un renovado aire esperanzador hacia el futuro del país, sobre todo ante el descrédito muy grande que los políticos actuales tienen ante los ojos de la ciudadanía.
Es en este contexto que la decisión de Fernando Lugo de entrar al mundo de la política es saludable para los intereses del país.
En tanto más referentes de diversos estamentos de la sociedad paraguaya decidan involucrarse en el ambiente político, mayor probabilidad existe de que la maltrecha situación del país tenga posibilidades de hallar mejor destino.
La escasa renovación de los actores políticos ha generado en el país una clase dirigente que se mantiene por años en los niveles de decisión, formando el caldo de cultivo del que se han cebado ineptos, inescrupulosos y corruptos, dejando como grandes perdedores al país y a su población honesta.
Este panorama derivó en un alto desprestigio no solo de los políticos, sino de la política toda. Esta consecuencia puede dejar, sin dudas, daños más serios y permanentes en la credibilidad del sistema democrático todo.
Es ante esta perspectiva última que resulta gratificante presenciar el ingreso de nuevos actores a la política.
Al margen de que Lugo pueda ser o no una opción válida para la solución de los problemas nacionales –el tiempo se encargará de responder sobre este interrogante–, la ciudadanía se encargará de recibir siempre con los brazos abiertos a las personas que puedan incorporar al ambiente público valores que posibiliten un nuevo juicio respecto de la validez del sistema de gobierno que escogió este país para regir sus destinos.
Bienvenida sea, pues, la incorporación de Fernando Lugo a la vida política, como bienvenidas serán también otras personas que decidan ingresar a este ambiente con la intención de vivificar tan venido a menos ámbito público paraguayo.