29 mar. 2024

La leyenda que moviliza a miles de fieles hasta la Capital Espiritual

Los relatos en torno al origen de la devoción a la Virgencita Azul varían, pero cada uno introduce un elemento que enriquece la leyenda que mueve la fe de miles de paraguayos en el mes de diciembre.

Cada año, el 8 de diciembre, el pueblo paraguayo camina hacia su Madre, la Inmaculada de Caacupé. Allí renueva su fe, su proyecto de vida y hasta sueña con una patria mejor, señala la historiadora Margarita Durán Estragó en el libro Historia de la Iglesia en el Paraguay.

La leyenda de la Virgen de Caacupé tiene varias versiones. Durán Estragó afirma en su libro que las mismas aportan muchos elementos que se fusionan. Una de ellas –y la más extendida– relata un hecho milagroso: los mbayáes, una etnia temida del Chaco, persiguen a un nativo guaraní de la reducción franciscana de Tobatí. Este se refugia detrás de un árbol con la promesa a la Inmaculada de tallarle su imagen si le salva del peligro. Queda con vida y cumple su promesa haciendo dos imágenes: una para la iglesia de Tobatí y otra más pequeña para su propia casa.

También se comenta que las aguas de una inmensa inundación de la laguna Tapaykua (lago Ypacaraí), que afecta especialmente la región de Pirayú, son apaciguadas por el conjuro de fray Luis de Bolaños, quien dio a conocer a los guaraníes a Tupãsy Marane’ÿ.

OTRO RELATO. Un guaraní de nombre José, de la doctrina franciscana de Atyrá, encuentra en las aguas un cofre de madera de cedro y dentro una imagen de la Inmaculada. Está intacta y se la lleva a su casa.

En busca de buena madera para la construcción, José, carpintero, descubre un lugar al que llama Ka’aguy Kupe (detrás del monte), y decide trasladarse hacia allí con su familia. Lleva consigo la imagen salvada del agua y le construye una ermita en el nuevo lugar.

Un pariente de José, después de la muerte de este, lleva a la viuda y a su hijo, junto con la Virgencita, de vuelta a Tobatí. Allí colocan la pequeña imagen al lado de otra grande, en el altar de la iglesia tobateña.

Toda leyenda cuenta con un fondo histórico –dice Estragó–, en este caso, se sabe por un documento obrante en el Archivo Nacional que, en 1769, el padre Roque Melgarejo, misionero de la reducción de Tobatí, donó a los habitantes de Yhakaroysã (antiguo nombre de Caacupé) una imagen de la Inmaculada Concepción y un terreno para la edificación de una capilla en honor a “Nuestra Señora de los Milagros de Ka’akupe”.

REGISTROS HISTÓRICOS. “Leyendo las Actas Capitulares nos hemos encontrado con un acta del Cabildo de Asunción del 20 de diciembre de 1821. En ella se deja constancia del permiso concedido por el dictador Francia a Mateo Téllez, portero del Cabildo de la ciudad, “para que en los días de Pascua (Navidad) pase a pagar cierta promesa que tiene con Nuestra Madre y Señora de los Milagros, en la Capilla de Caacupé de la Cordillera, por haberlo solicitado con la calidad de que obtenga el supremo permiso de Nuestro Excelentísimo Señor Dictador Perpetuo...”.

Margarita Durán Estragó señala que la leyenda de la “Virgen de Ka’a kupe” extractada por la biblista alemana Margot Bremen lleva a reflexionar sobre las diferencias de los fragmentos que componen la misma.

“Se trata de una serie de acontecimientos ocurridos en la época de las primeras reducciones franciscanas (1580-1600) entretejidos con la historia legendaria sobre la laguna de Tapaykua (lago Ypacaraí), las que en su totalidad preceden a la historia documental sobre el santuario caacupeño. A esta composición la llaman “construcción mítico-literaria”, describe Durán Estragó en el libro.

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