Añade que desde el inicio de la pandemia, ni una sola de las medidas tomadas por el Ministerio de Educación y Ciencias ha tenido en cuenta a uno de sus públicos más vulnerables: Los alumnos del Bachillerato Técnico Agropecuario.
Más de 130 instituciones del país cuentan con este bachillerato, miles de alumnos de los rincones más recónditos de Paraguay que han sido resilientes ante la deserción escolar, con la esperanza de adquirir habilidades productivas que puedan salvar a sus familias y a sus comunidades del hambre, quedaron estandarizados con las medidas tomadas a todos los demás bachilleratos, siendo que su situación en particular es de mayor vulnerabilidad, partiendo de la base de que casi todas estas instituciones tienen el régimen de internado, hoy ni siquiera se puede saber si los estudiantes se encuentran en una situación de seguridad alimentaria.
MODELO EXITOSO. Desde hace más de 18 años, la Fundación Paraguaya administra y lleva adelante la Escuela Agrícola Autosostenible Cerrito, en el Chaco paraguayo.
Esta escuela tiene las mismas condiciones que todos los bachilleratos técnico-agropecuarios del país, con una diferencia: Su metodología educativa llamada “aprender haciendo, vendiendo y ganando” creada por su fundador, el Dr. Martín Burt.
RENTABILIDAD. Solamente el año pasado, la Escuela Cerrito generó ventas por más de USD 700.000, monto con el cual financia toda su operativa, los salarios de los docentes y los gastos de los estudiantes.
La Escuela Agrícola Belén en el Norte del país y el Centro Educativo Mbaracayú, administrado por la Fundación Moisés Bertoni, desarrollan el mismo modelo también con mucho éxito.
“Lo que hace que Cerrito sea especial es el modelo pedagógico que implementamos con los estudiantes. Ellos son los arquitectos de su proceso educativo y van construyendo con sus docentes y guías, el camino hacia una nueva oportunidad para sus comunidades”, aseguró Martín Burt.
“Una adolescente que aprende a manejar una granja avícola y a comercializar con herramientas de márketing la producción de huevos y pollos parrilleros, mientras fortalece su proceso educativo teórico, también adquiere habilidades prácticas que no se limitan a la producción, sino a la comercialización de los productos en el mercado”, añadió.
“Aquí me ven hoy, grabando tutoriales para que los estudiantes puedan seguir recibiendo contenido pensado para ellos en sus casas, para que el proceso educativo pueda continuar de la manera menos traumática posible”, aseguró Burt.
Dijo además que están en contacto permanente con padres y alumnos.
“Ellos nos piden para volver al régimen de internado bajo todas las medidas sanitarias, pero todavía no tenemos respuesta de las autoridades al respecto”, sentenció.
“Ojalá esta situación pueda cambiar pronto y que estos jóvenes puedan volver a las aulas y a las prácticas”, finalizó el también fundador de la Fundación Paraguaya.
La Fundación Paraguaya desde hace décadas opera para poder cambiarle la vida a la gente y devolver a las familias la dignidad que les pertenece. Trabaja en más de 200 comunidades del país.